Opinión

Saber elegir

Coinciden en este domingo varios temas que podríamos abordar. Celanova y Galicia honran al gran monje, fundador, obispo y santo, entre otras muchas cosas, que todo eso y más fue San Rosendo. Una figura señera cuyo liderazgo guió a esta tierra y dejó su sello sobre todo en la villa ourensana y en Mondoñedo también. Cuando carecemos de verdaderos lideres de todo tipo, bien está recordar su figura, imitar su ejemplo y seguir su santidad.

Por otra parte, estamos en el tiempo de Cuaresma, los cuarenta días que recuerdan a los años del Pueblo de Israel en el Desierto y a las jornadas que Cristo pasó con oración, penitencia y tentaciones incluidas. Muy posiblemente en esta sociedad, que lejos de la laicidad pretende ser laicista, en una incomprensible actitud, se resaltan en los medios de comunicación días similares de otras religiones obviando el tiempo cuaresmal más necesario hoy que nunca. Porque en todas las organizaciones, si quieren progresar, se organizan momentos para la renovación y la reflexión e incluso el balance. Se organizan cursillos, se programan encuentros con el mismo fin: madurar y progresar desde la revisión personal y social.

Para muchos cristianos, olvidando sus exigencias bautismales, este tiempo pasa prácticamente desapercibido. La penitencia apenas existe y la misma Iglesia la ha mitigado; la oración brilla casi por su ausencia y entonces el cambio para la gozosa Pascua queda arrinconado como unas fechas más. Eso sí, nunca se renuncia a los días eminentemente cristianos de la Semana Santa, para las vacaciones y el asueto, olvidando el silencio, ignorando el recogimiento y desconociendo los contenidos fundamentales de la fe cristiana. Se utiliza una semana eminentemente cristiana para lo que conviene. ¿Dónde queda aquello de "dolor con Cristo dolorido y quebranto con Cristo quebrantado"?

Por último, estamos en el mes del Seminario. En el Quinto Centenario de Santa Teresa, la Conferencia Episcopal ha elegido una frase suya para el lema de la Jornada del Seminario de este año: "Señor, ¿qué mandáis hacer de mi?". Un gran acierto que bien sería que los jóvenes, a la hora de eligir su futuro, supiesen asimilar. Porque el problema de la falta de las vocaciones hoy en día, sobre todo en algunas zonas, es muy complejo y, hasta cierto punto, comprensible, viendo como está el ambiente actual.
Padres que viven angustiados por el futuro económico y social de sus hijos tratando de que obtengan el mayor relieve, la más grande fama y, sobre todo, los mayores dividendos.

Así se ven fracasos por doquier. La responsabilidad de los formadores está en descubrir a la juventud el abanico de posibilidades y, entre ellas, también el sacerdocio y la vida consagrada. ¿Cuántos lo hacen? Esta es la cuestión. Se soslaya y posterga este camino incluso en familias que se dicen buenos cristianos. Y esto es un grave pecado de omisión. Evidentemente ni todos van a ir al Seminario o al convento, como tampoco todos se casarán. Pero a unos y los otros es preciso descubrirles también la vocación consagrada y en suma hacerles ver la frese de Teresa de Jesús de Ávila y que sepan eligir.

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