Opinión

San Juan Pablo II


El pasado domingo se celebraba la fiesta de san Juan Pablo II. Era el día del Domund y por eso trasladamos estas líneas para hoy. Recuerdo siempre, y creo que ya lo dije aquí, las clases de Teología fundamental que impartió don Miguel Araújo a mi curso. Sinceramente creo que, al menos a mí, me hizo mucho bien. Ponía como ejemplo la torre de la parroquia de María Auxiliadora y nos decía que, conforme gira el sol, aquellos mosaicos de variados colores brillan de manera diferente, siendo siempre la misma torre. Con esto quería decirnos que a lo largo de los siglos, en cada momento es diferente el aspecto que ofrece.

Los que ya tenemos cierta edad hemos conocido a distintos papas. Personalmente, desde Pío XII. La majestuosa figura del papa Pacelli era bien diferente de la de su sucesor, el bonachón y simpático patriarca de Venecia, Angelo José Roncalli. Y así la diferencia entre todos sus sucesores. ¡Pero todos con el mismo mensaje, la misma doctrina y entrega! Todos han ido dejando y dejan mensajes diferentes, pero todos enraizados en el fondo a la Bienaventuranzas.

Dicho lo anterior, celebrábamos la fiesta de san Juan Pablo II (Polonia 18-5-1920/2-4-2005) a quien conocí personalmente y conservo con cariño varias fotografías con él. Después de ser obispo y cardenal en su tierra llegó a ser el papa 264, desde 1978 a 2005. Con una vida impresionante, recorriendo el mundo entero como un gran líder capaz de arrastrar tras de sí a millones de jóvenes en las Jornadas de la Juventud programadas por él. Fue el primer papa no italiano desde el siglo XVI, ocupando el solio pontificio 27 años hasta que el párkinson acabó con él.

Fue beatificado el 2 de mayo de 2011, al curar milagrosamente a una religiosa francesa, y canonizado por el actual pontífice en 2014. Fue un gran líder que luchó denodadamente con su gran influencia contra el comunismo y la Teología de la Liberación, contando siempre a su lado con quien después fue su sucesor, el cardenal Ratzinger. Destacó igualmente por su interés ecuménico, tratando de unir a distintos credos religiosos.

Siempre afirmaba que estaba vivo por la protección de la Virgen de Fátima, pues dos de los atentados que sufrió fueron en torno al 13 de mayo. Uno, en la plaza de San Pedro, y el otro, en el mismo Fátima. Por cierto que visitó y absolvió a quien pretendió matarle en el Vaticano, Alí Agca. Fue célebre su lema: “Totus tuus, María, et omnia mea tua sunt”.

En su pontificado beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483. Fue beatificado por Benedicto XVI y canonizado -junto a Juan XXIII- en 2014. Cuenta en su haber la corrección del Código de Derecho, el nuevo Catecismo, así como la institución del Domingo de la Divina Misericordia, entre otros eventos. Fue impresionante su funeral, en el que participaron personalidades de todas las ideologías. Nunca se ha visto en Roma tal manifestación multitudinaria. La Vía de la Conciliazione y calles adyacentes estaban a tope. Solo se recuerda algo parecido en el funeral por Don Bosco en 1937.

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