Opinión

Ser cristiano hoy

En la sociedad de grandes contradicciones y de cambios a todos los niveles, encontramos reacciones incongruentes que producen perplejidad. Se habla de libertad pero parece que sólo en favor del que habla cuando como decía el Quijote: "La libertad, querido Sancho, es el mayor don que nos dieron los cielos”. Y es cierto. Hoy se puede tener el estilo y las costumbres que sea menester menos ser cristiano. Aparecer creyente y espiritual, para algunos, es cosa de retrógrados. Y hasta se permiten mofarse e insultar si nos ven salir de un templo a los creyentes en Cristo, porque si uno va diciendo que es de otro credo hay que ser "tolerante". En el colmo de la contradicción, cierto municipio español pretende prohibir la enseñanza de la religión católica y oferta la musulmana.

Tras los atentados de Bruselas se congregó en la Catedral belga a los credos que quisieron acudir. Fueron católicos, ortodoxos, luteranos, armenios, anglicanos y la delegación del "Ejecutivo de los musulmanes de Bélgica" se negó a rezar por los que no eran "de los suyos". Son hechos.

En Pakistán, hace tres años redujeron a cenizas un barrio cristiano asesinando a 140 fieles en varias iglesias. En la pasada Pascua, un talibán hizo explotar una bomba con más de setenta muertos, sobre todo niños, y alguien que se le ocurrió hablar sobre las diferencias entre Mahoma y Cristo está esperando su ejecución por blasfemia. Incluso fueron asesinados un ministro por defender la libertad, al igual que un gobernador pakistaní. Y la comunidad internacional se cruza de brazos, o mira para otro lado porque es lo "políticamente correcto".

La organización Open Doors de derechos humanos constata la persecución contra cristianos en el mundo. El informe dice que en 2015 más de 7.000 cristianos fueron asesinados, lo que supone 3.000 más que el año anterior. Sin tener en cuenta el número de víctimas en países que sobresalen en persecuciones de cristianos: Corea del Norte, Iraq, Siria, Níger y Bahréin. En Iraq y Siria, los yihadistas de Daesh llevan a cabo una campaña de expulsión y secuestros entre la vieja población cristiana, así como de quema de iglesias (unas 2.300).

Existe una atmósfera de intimidación y agresividad en muchos ambientes sociales musulmanes. Para el Estado Islámico los cristianos pertenecen así a la "gente del Libro", a la que se ofrecen la huida, conversión o vasallaje con impuestos y servidumbres. Semanas antes del ataque en Lahore, un comando yihadista en Yemen asesinó a monjas de la Madre Teresa de Calcuta en un albergue de ancianos.

Al caer Sadam Husein, en 2003, el país tenía un millón de cristianos. Hoy se desconoce la cifra, dada la persecución yihadista. Las autoridades kurdas (que apoya Estados Unidos) fuerzan a los cristianos a vender propiedades a musulmanes.

El 13 de marzo, el Vaticano ante la ONU en Ginebra pidió la formación de una fuerza internacional que pare el genocidio. Y Washington se limita a bombardeos selectivos en Siria e Iraq; y Europa discute cómo evitar la llegada de refugiados, muchos de ellos cristianos.

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