Opinión

Tiempo para la calma

Suelo decir, porque así lo creo, que comprendo las prisas en tiempo de aulas u horarios laborales, pero se me hace difícil comprender cómo es posible que en el tiempo de vacaciones y de descanso la gente vaya con una velocidad de vértigo. Increíble. Se me hace difícil comprender la rapidez de algunos en estos días de vacaciones, de estío y de relax. Pero incomprensiblemente es cuando más se tiñen de sangre nuestras carreteras. Pero esa es la triste realidad.

Por otra parte, el verano ha ido introduciendo las costumbres de los célebres viajes de estudio al extranjero, lo cual es sumamente enriquecedor. Se comparten otras culturas y se perfeccionan los idiomas, algo que en general en nuestras generaciones era difícil o imposible. Si a ello le sumamos los Erasmus, podemos llegar a la conclusión de que esta generación al menos cuenta con medios necesarios para salir mejor formada que la nuestra.

Todo ello sin perder la calma y el sosiego propio de este tiempo “oficialmente” de descanso, porque, siguiendo el adagio “ni el mucho ruido hace bien ni el bien hace ruido”, es un tiempo -las vacaciones- para aprovechar igualmente para la formación: la lectura, la reflexión el diálogo y, en suma, la reflexión.

Porque esa es otra. Yo me pregunto cuánto tiempo dedican los jóvenes a la reflexión y a la lectura y el complemento a los estudios del año escolar. Esto es algo fundamental: el tratar de asimilar y reflexionar sobre lo estudiado en el curso. Un empeño en el que están llamados a colaborar los padres y formadores en general. La educación es cosa de todos y en ello deben estar implicados todos, por el bien de los educados.

En Portugal, por ejemplo, aprovechan los colegios el mes de julio para llevar al patio a los alumnos y allí organizan múltiples actividades lúdicas durante toda la mañana. Y esta actividad la toman los colegios y los alumnos como un complemento más a su trabajo escolar durante el curso.

Sin duda alguna, la formación de la juventud, comenzando por los más jóvenes, es amplia y compleja y por ello necesita imaginación de los docentes y esfuerzo de toda la comunidad escolar. Sería la época vacacional la adecuada para la práctica de muchas actividades sin que después interrumpan el buen funcionamiento del curso escolar. Porque nunca he comprendido adecuadamente que durante el curso se realicen actividades extraescolares que privan muchas veces del normal desarrollo del curso.

Me parece muy bien que a unos les guste el deporte, la música y otras actividades pero… “a modiño”.

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