Opinión

Triste comienzo de año

Ya es un tópico pocas veces cumplido cuando decimos “año nuevo vida nueva”. Nada que ver. Acabamos de comenzar el año 2024 y por lo que estamos observando las cosas parece que van incluso a peor. Nos hemos encontrado en este comienzo de año con el recrudecimiento de la guerra en Gaza, matando incluso a líderes politicos. Pero después, lo de Ucrania sigue y los accidentes continúan. Vemos terremotos y los accidentes de aviación, que cuestan un gran cúmulo de vidas inocentes.

Y a todo ello se suman los fenómenos atmosféricos que se unen en maldita coincidencia con las catástrofes provocadas por los humanos, que parecen carecer de alma y sentimientos. Muy triste espectáculo al que tenemos que asistir lamentablemente impasibles ya que la solución humana es difícil que llegue en este contexto. Sigue la cultura de la muerte y, lo que es peor, las cosas siguen sin resolverse porque el entendimiento entre nuestras clases políticas cada día es más complicado. Lo que es aún más grave es que las reuniones a todos los niveles abundan cada día más, pero los acuerdos son siempre papel mojado. En el fondo estamos viendo el bajo nivel de nuestra clase política, que parece reducir sus esfuerzos en viajes y más viajes y reuniones unas tras otras.

Poco o nada importa que personas de prestigio clamen por la paz. Lo hace el papa y algunos líderes, pero de nada valen sus lamentos, sus ruegos, súplicas desgarradoras. Por lo que se colige de nada valen ni los reiterados gritos del Papa, porque la sangre sigue regando las calles. Muy triste el espectáculo.

Y ahora lo grave es que entre Israel y Gaza, lejos de hacer votos por dos estados, se dedican a una guerra interna entre ambos que a nada conduce. Incluso Israel ha matado a líderes de Gaza y no cesa en sus reiterados ataques, aunque también es verdad que Netanhayu va perdiendo adeptos de día en día. Los problemas nunca se resuelven con las armas, antes bien con el diálogo y la cordura.

Este es el panorama de un nuevo año con unas perspectivas desde luego nunca mejores que las del pasado año. Siguen los conflictos y más de uno acude a las célebres y tremendas profecías de Nostradamus, que en realidad ofrecen un negro futuro. Por mucho que las nuevas tecnologías pretendan distraernos e incluso traten de alegrarnos los días, la realidad es bien clara y los enfrentamientos continúan. Podemos afirmar que estamos viviendo en una guerra universal encubierta y bien creo que nace de los enfrentamientos a todos los niveles, incluso domésticos. La presión social se ejerce en nuestras sociedades domésticas, que ven imposible vivir en paz y concordia y es lo que está crispando la sociedad en general.

Y en esto poco o casi nada pueden hacer las religiones. Así vemos, por ejemplo, a pesar del clamor del papa, como en la misma Rusia, cristiana en suma, toman parte activa en la confrontación de su país con Ucrania en vez de luchar por la paz y el entendimiento. Nada o casi ningún caso le están haciendo a los clamores incesantes desde Roma. Y a sus intervenciones.

Estamos viendo, por otra parte, en esta confrontación universal, lo que está pasando en Nicaragua. Los sandinistas que parecían llegar con esperanzas de unidad y concordia, están atacando descaradamente a la Iglesia católica, encarcelando a miembros de la jerarquía en una guerra encubierta que pretende dar la vuelta a la sociedad hispanoamericana.

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