Opinión

Un día inolvidable

Sería para mi imperdonable dejar pasar un 24 de mayo sin hablar de un tema entrañable, que marca mi vida entera. Para la mayoría, tras pasar por algún contacto salesiano, el día 24 de mayo posee unos recuerdos imborrables, experiencias únicas. Al menos para los de mi generación, y espero, confío y creo que lo será para todos. Nada sería el mensaje de Don Bosco sin contar con quien para el santo de Turín: “Ella lo ha hecho todo”. Sigue siendo María Auxiliadora ese faro de la mar tempestuosa actual que trata de atravesar esas dos grandes columnas que el santo fundador de la Familia Salesiana tenía como referente de toda su pedagogía.

La devoción a la Virgen es algo irrenunciable en las enseñanzas salesianas. Y así nos lo transmitieron tantos buenos salesianos. Las puertas de la capilla estaban siempre abiertas y la mayoría de los alumnos aprovechábamos para simplemente entrar y salir tras saludar a María Auxiliadora. 

El magisterio de Don Bosco iba a la persona entera, a las necesidades materiales, pero sin olvidar lo fundamental. Nunca se podrá decir con fundamento que su actitud era fruto de una época. Si así fuese sería algo secundario. Pero está muy lejos de la pedagogía salesiana. Si eliminamos de ella la parte espiritual y la devoción a María Auxiliadora nos estaríamos cargando el sentir salesiano.

En todas y en cada una de las páginas que recogen sus mensajes encontramos un gran amor a la juventud, a la que entregó toda su vida y desvelos, y en esas letras aparece siempre la dimensión espiritual y en concreto la devoción a esa Maestra a quien su madre Margarita le encomendó cuando fue a la escuela. Los tiempos en los que vivimos, como recuerda el XX Capitulo Especial de los salesianos, atraviesan situaciones similares a las de entonces y hoy, como entonces, lo señala ese Capitulo (nº 545), necesitan del aire fresco de la espiritualidad mariana.

Hoy también existen jóvenes que lo poseen todo, pero que ansían algo más para sus corazones porque el materialismo nunca llena sus vidas. Rebajar o poner en almoneda el mensaje de Don Bosco, con el pretexto de llegar a más, conduce a la soledad. Justo lo que el santo combatía y que es por ello por lo que es la alegría el santo y seña del activismo salesiano.

Don Bosco, lejos de fundar una congregación religiosa hizo más. Fundó una gran familia con salesianos internos y externos, todos con una misma espiritualidad y servicio a la comunidad, sobre todo a la juventud, a quienes estamos llamados a transmitir la alegría y la esperanza. Hoy sigue habiendo jóvenes que se entusiasman con la devoción mariana y lo vemos en la procesión de Fátima. 

Tengo un exalumno, Sebastian Burnay, con su carrera recién terminada y que es poeta, y escribe sobre la Virgen. Recojo unos versos: 

“¡Oh musa que me inspiraste/ a escribir este canto divinamente profundo;/ ayúdame a disfrutar del contraste/ entre mi bien y el bien que planea por el mundo!/ Veo la Luz al fondo, la veo, mis ojos lloran./ Tengo en mí siempre embutido su corazón de espinos./ ¡Oh Virgen, Madre de mis pestañas, Cielo de mis ideas!,/ por las aldeas, lloras,/ por el cielo, vives./ Te escucho, me das calma,/ pero vivo con la ansiedad constante de verte los ojos./ Verte los ojos, mirarte el alma”.

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