Opinión

Una semana señalada

Nunca se me pasa de la mente este día 6 de agosto por una serie de connotaciones que ya he recordado alguna vez. Y en esta ocasión se añade un motivo más: que es la semana de las JMJ que se celebran en Lisboa y su entorno. Son las Jornadas de la Juventud que ocupan todos los momentos de esta semana y llenan los lugares emblemáticos de Lisboa y Fátima.

Finalizaba el mes de julio con los tres hermanos santos, Marta, María y Lázaro, y se añadía a finales del mes la fiesta de uno de los santos españoles de mayor categoría: san Ignacio de Loyola. La labor de los jesuitas a lo largo de los últimos siglos ha sido impresionante.

Pero continúa esta semana con la figura de san Alfonso María de Ligorio, el patrón de los moralistas, a quien se añade un santo muy especial para los confesores, que es san Juan María Vianney. Y hoy domingo, día 6, una doble solemnidad: la Transfiguración del Señor y la clausura de las JMJ.

Pero existen dos datos muy significativos en este día 6 de agosto. Tal día como hoy el papa san Pablo VI publicó su primera encíclica, la que marcó todo su pontificado, la “Ecclesiam suam”, sobre el diálogo. Y, casualidades de la vida, el pontífice, que estaba descansando en Castelgandolfo, falleció precisamente un día 6 de agosto a última hora de la noche. Hoy es ya santo. Son muchos y variados los motivos para recordar en esta semana llena de recuerdos y también de significativos acontecimientos. La conclusión que a uno le viene a la mente es que todos debemos estar siempre con los ojos abiertos para captar tantos hechos que a veces se nos antojan casualidades pero que en realidad son unas continuas llamadas para que seamos capaces de tomar nota a ir por el camino cierto.

Saber leer los signos de los tiempos es algo fundamental en nuestras vidas. Les suelo decir a mis alumnos que tenemos que saber descubrir a Dios en múltiples lugares y situaciones: en la naturaleza, en los acontecimientos, en la comunidad, en las personas, en su Palabra y, sobre todo, en la Eucaristía, donde Dios no sólo está como está en todas partes sino que es Él mismo con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Esta es la postura de tantos santos, comenzando por san Francisco de Asís, especialista en descubrir a Dios sobre todo en la naturaleza y en especial en los animales. Mientras observamos como muchos pasan al lado de verdaderos signos sin caer en la cuenta que en realidad son llamadas y que a todos nos deben interpelar.

El fundador del Prado, monseñor Ancel, tiene al respecto un trabajo muy lúcido sobre el tema.

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