Opinión

El Regimiento Zamora 8 y Ourense

El jueves pasado se inauguró la exposición “RZ8, Regimiento Zamora 8. Militares en Ourense”, promovida por la Subdelegación de Defensa, financiada por la Diputación de Ourense y coordinada por Afonso Monxardín. Pueden visitarla en el centro Marcos Valcárcel, donde permanecerá hasta el 12 de mayo. Su contenido se complementa con actividades adicionales -conferencias del Foro La Región, presentación del libro, recreaciones históricas o visitas- de las que la propia organización dará cuenta de forma puntual.

La muestra se organiza en torno al regimiento que más perdura en la memoria de la ciudad, narrando sus antecedentes, su historia y sin olvidar la existencia de ejércitos y destacamentos con presencia en la provincia desde etapas remotas de nuestro pasado, como ya han leído en algunos artículos publicados días atrás en este diario por el periodista Fernando Ramos o por el Coronel Jesús Peñas Preckler. Uniformes, armas, banderas y guiones, fotografías, objetos y gráficos sustentan un relato expositivo que avivará muchos recuerdos, porque ya forman parte de nuestra historia, de la impronta que dejó el Zamora 8.

Y detrás de la vida militar, como saben, vive el relato humano. Mientras participaba en el diseño y montaje de la exposición, en colaboración siempre estrecha con los militares de la Subdelegación, con personajes de la cultura ourensana, diseñadores y otros hijos de militares, tenía sentimientos contradictorios. Satisfacción, por homenajear al último regimiento que se integró en la ciudad, desde su llegada en 1943 hasta su disolución en 1987. Pero también tristeza, al recordar los rostros de sus componentes, a los mandos -al tiempo vecinos en nuestro día a día- y también padres de nuestros amigos más íntimos. Hoy la mayoría ya no están entre nosotros. Sus hijos, los que residíamos en las viviendas militares -los “Pabellones”-, junto con muchos que se acercaban, compartíamos todas las horas que nos era posible. Aún hoy todos mantenemos una amistad que perdura con el paso de los años.

Cuando era niño, infancia vivida entre militares, alguna vez escuché que un regimiento tiene alma propia, independientemente de los individuos que lo componen o que sirvan en él en cada momento. Pienso que se referiría al espíritu que antepone los objetivos comunes a los de cada persona. Aún así, nuestro sino era la mudanza perpetua siguiendo los pasos de nuestros padres, que destino tras destino, unidad tras unidad, nos conducían de una punta de España a otra, incluso fuera de la península cuando los viajes no eran turismo. En nuestro caso -disculpen la personalización-, de Pontevedra a Fuerteventura, de la isla a Ceuta para, finalmente, acabar en Ourense, donde el entonces Teniente Eguileta, en la década de 1960, se incorporó al Regimiento Zamora 8 con la idea de permanecer dos años. Pero les diré cómo acabó la cosa: mis dos hijos son ourensanos.

Quizá por relatos como este, que con escasas variaciones se repiten en las familias castrenses, esta unidad de larga historia es la más recordada en la ciudad. Militares venidos de todos los rincones de España se asentaron en Ourense con sus familias. Pronto se integraron en una sociedad que nos acogió con los brazos abiertos. Tanto que nuevos apellidos, antes extraños, se han incorporado a las genealogías ourensanas. Permítanme que, entre otros muchos, recuerde algunos, sobre todo los que tuvieron hijos que por sus edades compartieron nuestra infancia y que seguramente muchos de ustedes no sólo conocen, sino que mantienen amistad con ellos: Araujo, Areñas, Argüelles, Berrendo, Bogas, Caamaño, Camiña, Cansino, Castaño, Corral, De Jesús, De Miguel, Eguileta, Freire, García-Calvo, Girón, González, Grande, Granullaque, Hernáiz, Martínez, Piñeiro, Sastre, Yáñez, Yebra y muchos otros que, espero, sepan perdonar mi omisión.

Con certeza así es, al menos en Ourense, la otra alma de esta unidad que compartió con la ciudad gran parte de su brillante historia, hasta ser disuelto como regimiento para heredar su nombre un batallón de la Brilat. Ese espíritu que ya es parte inseparable de Ourense y del que sus descendientes, militares o no, somos portadores. Creo que trabajando en esta exposición he entendido, como nunca antes, el significado del Zamora 8 para la historia de la ciudad.

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