Opinión

Rematemos el cuento

Hoy me levanté temprano, pero no sucedió nada, que decía Augusto Monterroso.

A veces, con esta ciudad, uno tiene la impresión de vivir dentro de uno de los relatos del guatemalteco, con la sensación que el narrador aquí se olvida de rematar la historia mediado el cuento, dejándonos en la incerteza y huérfanos de conocimiento. Estamos en agosto, uno piensa en el turismo, en aquella panacea que nos iba a sacar de pobres que tantas veces ensalivaba la boca de no pocos, para comprobar que el relato era para niños. Cuando agosto ya agostea uno encuentra, en este verano atípico de maneras suaves, a un turismo, digamos que increscendo, que zigzaguea y pregunta, que a poco que se descuide le espera poco o nada más de lo que trae consigo.

Sobre el paisaje, el demasiado repetitivo mensaje de “cerrado por vacaciones” que no acompaña, a la vista en gran número de establecimientos. Es cierto que el comerciante que decide cerrar sus puertas en plena canícula en busca del merecido descanso no merece reproche, posiblemente tenga más que sopesados los pros y los contras, y a nadie le van a pedir heroicidades, más en estos tiempos. Más preocupante si cabe, por lo que presupone, es el cerrado por vacaciones en algunas instituciones culturales de referencia, para las que el verano se empieza a parecer al de los escolares, tras unos cursos académicos digamos que discretitos. Turísticas o no, difícil encontrar tanta sala cerrada en capitales de provincia como la nuestra. Más ingrato, porque ocurre, es el cerrar oficinas de turismo por festivo; a quien llega no le importa el argumento. ¿Programación? Qué decir de una adecuada para las fechas, al menos para que conste; ¿alguien recuerda la de Balbino Álvarez, en tiempos concejal del ramo? Tal vez se podía retraer algo del Corpus, por decir algo.

Es muy probable que mucho de nuestro turismo, en agosto, sea de emigrantes retornados, que por cierto, no están obligados a ello; También, turistas de paso, camino de otro sitio; a algunos les atraen las termas, gratis, que piden a gritos quien las regule. Hagamos algo, “please” rematemos el cuento.

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