Opinión

Portarse bien

El alcalde capitalino ha tenido la ocurrencia de convocar a los portavoces de todos los grupos políticos de la Corporación con el propósito de pedirles -suponemos que lo imploraría por favor- que se porten bien en los próximos plenos que les quedan hasta agotar la presente legislatura municipal, que está dando sus últimos estertores. Según sus palabras, trataba de “reducir a crispación que se pode ver incluso acrecentada pola época na que nos atopamos, que é preelectoral”

Al final, dicho encuentro se quedó en un propósito de enmienda por parte de todos para que se limiten en tiempo y espacio el debate de las mociones, aunque para eso basta con aplicar el reglamento que regula los plenos.

Al término de la reunión, la portavoz nacionalista reconocía que creía que se iba a hablar de rebajar la tensión de los plenos, sobre todo “para evitar insultos”. Por su parte, el representante del PP precisó que en política tiene que haber tensión, aunque añadió que “también educación”. Y el portavoz socialista se refirió a que unos concejales intervienen con más vehemencia que otros y de la misma forma, los hay más y menos apasionados en los debates.

Por lo que se refiere a las formas, eso es, como suele decirse, harina de otro costal, pues el comportamiento debe ser regulado por cada persona, de acuerdo con sus principios y valores y, sobretodo, con su educación. Porque, ya lo hemos dicho otras veces, un debate se caracteriza por la dialéctica de los oradores, pero jamás por los modos esgrimidos durante su intervención. Si un parlamentario, además de dominar el arte de la oratoria, domina el arte de la representación social (los buenos modales), entonces es digno de crédito.

Lo que ocurre es que lamentablemente, nuestra Corporación Municipal no exhibe precisamente unas óptimas pautas y cada sesión es un espectáculo que a veces raya en lo denigrante. Confiemos en que, en lo que queda mandato, los próximos plenos discurran por los cauces de la normalidad.

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