Opinión

De barro y piel

Maduran deprisa, demasiado deprisa. Son del barro y la tierra, polvo y cal, hijos de un tiempo absurdo que les niega, arrebata y corrompe. Ojos azules, llorosos, sonrisas hurtadas, pedazos de un cielo herido, indefensos, carentes de pasado y sin apenas futuro. Son los hijos de la calle, refugio y hogar maldito desde el que robarle horas al tiempo. Ojos tristes, cara manchada, barro en los pies y en el alma, polvo seco que se pega a la garganta y ahoga un grito amargo y callado. Juegos inocentes en aquellos a los que la inocencia está vetada.

Lágrima contenida, perla ennegrecida y triste; gesto adusto, madurez urgente, infancia robada. Hacinados y enjutos, deshojan las páginas más crueles de un almanaque vital que tiñe de desolación tiempos de juego y risas. Son hijos de la desesperanza, pequeñas piezas de un puzle incompleto. Culpables sin delito, injustas víctimas, heladas garganta y silencio. Niños de manos blancas, furtivos deshacen sus miedos entre cristales.

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