Opinión

El perro piloto

Puede una tormenta derribar en pleno vuelo a un MacDonnel Douglas serie 80?. "¡Hai non!": ¡Y a un Airbus 380, y a un Antonov 225, y a un Boing 747, aunque sea el mismísimo "Air Force One" y vayan los Obama dentro implorando al Espíritu Paráclito o al Profeta Mahoma (volador nocturno sin igual)!

Una tormenta puede contener 500.000 toneladas de vapor de agua, que cuando se transforman en líquido liberan hasta 300 trillones de energía calorífica. Vamos, una bomba de hidróneno en potencia. En su interior la visibilidad es nula; la turbulencia, infinita; el granizo, metralla de cañón, y los rayos, un vómito continuo de millones y millones de amperios y de watios sin control; se generan unas fuerzas "G" y unas cizalladuras capaces de dejar gagá a todo el circo de la F1 en dos minutos, y en otros dos de partir un avión. Si así no fuera, las turbinas seguro se apagarían por la ingesta masiva de agua y hielo ( flame out) y la aeronave, de llegar núcleo tormentoso, sería aspirada por el vórtice o embudo de fortísimas corriente de aire de más de 500 kilómetros por hora y sufriría serias averías estructurales. ¡Ah los de la ciencia!, ¿dónde andais?, ¿en qué arma (toste) de destrucción masiva quemáis los presupuestos y las pupilas?: si se pudiera aprovechar la energía de los 9 millones de rayos diarios (aprox) que la NASA calculó mediante satélites ya en 1986 que se producen en el mundo en casi dos mil tormentas en sólo un momento dado,se obtendría la suficiente energía como para abastecer el consumo eléctrico de treinta ciudades como Nueva York. Acojonante.

Una tormenta nunca es pequeña; es más, como con las féminas, su tamaño no es índice de su potencial destructivo. Ni reproductor: "muller grande, cona grande; muller pequena, todo cona". Perdón, vale también para los "géneros" (bobos): "canto mais largo mais parvo", pero tormento, suena mas a Dante y a su Infierno -¡aunque nos viene de perillas!- y a perder toda esperanza de redimirnos... Pero perdón, insisto, por si "acoso".

Las tormentas cumuliformes -esos repollos nucleares tipo Chernobil que se forman sobre todo en verano y cuyo remate tiene forma de yunque de ferreiro-, pueden llegar a alcanzar los 60.000 pies de altura (téngase en cuenta que el nivel medio de crucero de un avión reactor oscila entre los treinta y cuarenta mil pies, diez a doce kilómetros hablando en cristiano), y es, con diferencia, el fenómeno meteorológico más estresante y peligroso en que puede verse envuelta una tripulación. "¡Ou qué carallo!". ¿Pero no era el avión el medio de transporte mas seguro que existe?. "Éo" (o é, que diría Feijó-o). Y también con diferencia. Y mucha. Y cada uno lleva cuando menos un radar meteorológico (los más grandes dos), cuyas siglas en inglés, "radio detection and ranging", significan eso mismo, que detectan las tormentas, nos indican dónde están, a qué distancia, a qué altura y cual es su tamaño y grado de actividad . Son en definitiva los ojos (biónicos) de los pilotos, que nos permiten ver a traves de las nubes y localizar esos fenómenos adversos, e incluso los pasos o rutas más convenientes para sortearlos. ¿Entón?. ¿A qué andamos? ¿Hay que palmar, ou cómo é? Entonces venimos los humanos con nuestros factores, humanos, y nuestras limitaciones, humanas; nuestros pensamientos, humanos; nuestros problemas, humanos... (Bueno y que el riesgo cero no existe y que los radares a veces tienen zonas de sombras, también como los humanos) y la cagamos como humanos... a veces con una bosta como un "queixo de bola". ¿Y qué me decís de la Roja (de vergüenza), por ejemplo?.... "¡Uns fenómenos humanos!".

"La tripulación del futuro -se dice ya hace años - estará formada por un piloto, un ordenador y un perro: la misión del piloto será darle de comer al perro y el perro morderá al piloto si toca el ordenador". Así de simple. Y así no habrá más accidentes, ya verán, y además el ordenador, que no se cansa, ni de la family, ni del jefe, ni de follar, y que además no cobra, nos hablará y nos reconfortará, de paso, con su voz metálica y tartaja: "tranqu-ilos, gén-eros (y gén-eras) porque un orden-ador jamás puede equivoc-arse, jamás puede equivoc-arse, jamás puede equivoc-arse, jamás..." y se quedará pegado el muy hijo de Silicon Valley con esa cantinela. ¿"E despois"? después a reclamar al maestro armero (o cibernético ) y a chorar a Cangas. En fin, otro día les contaré otra de perros y tormentas. Pero entre tanto tranquilos, coño, que en cualquier minuto del día y de la noche hay cientos de miles de personas en el aire, recorriendo cientos de millones de kilómetros y no pasa nada; y ayer, tan solo ayer, hubo 15 víctimas en las carreteras españolas. Y, ¿sabéis una cosa?, un niño en un aeropuerto europeo, tiene más posibilidades de llegar a primer ministro, ganar una medalla de oro olímpica, o recibir un premio Nobel en Física, que de morirse en el avión en que se va a montar. ¡Y los nuestros, con los Nobeles, lo llevan de carallo!...

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