Opinión

Antonio Feijoo Rodríguez

El Eucalyptus deglupta es comúnmente conocido como el eucalipto arcoíris, por sus fragantes hojas y por ser la principal fuente de alimento de los koalas, pero ¿sabías que también pueden ser muy coloridos? De hecho, cuando este increíble árbol pierde partes de su corteza, su tronco luce casi como un lápiz de color que acaba de ser afilado. Situado en O Bosque do Rexo un eco espacio escultórico y pictórico en Allariz (Orense), lo que lo diferencia como un árbol verdaderamente excepcional es su corteza multicolor.

Antonio Feijoo Rodríguez, es como el eucalipto arcoíris un tipo “multicolor”, polifacético, multideportista, docente-disciplinado, romántico-musical, creativo impenitente y también adorablemente-despistado, lo que le convierte en un personaje muy querido y en una persona en la que los afectos van acorde a los innumerables amigos y compañeros de sus múltiples actividades.

Casado con Luisa Romero, padres de María y Rebeca y abuelos de André y Antón, Antonio Feijoo dedicó 45 años a la docencia en la enseñanza pública, desde dibujo industrial, teoría, dibujo técnico, durante años los pasó prácticamente en el ciclo de Edificación y en los últimos le nombraron jefe de dinamización da lingua galega, donde hizo una gran labor de convencer más que de imponer.

A Antonio Feijoo siempre le gustó viajar en compañía de Luisa y de sus hijas, muy aficionado a la música sobre todo porque le hace compartir buenos momentos con los amigos, tiene buena voz y sin ser duro de oído es algo despistado, toma notas de todo y con frecuencia se olvida de traerlas, lo que a los amigos nos sirve de percha para hacer benévolos chances de sus despistes. Antonio Feijoo, que es apasionado de la pintura en general, del deporte del ciclismo, fútbol y tenis, valora mucho la lealtad, no le agradan las personas insolidarias, envidiosas, intolerantes y sectarias y le gusta hacer familia y trabajar por la unión familiar. Paralelamente le encanta cultivar su huerta y es un culo inquieto por que hace demasiadas cosas a la vez, reconoce que debería concentrarse en un par de facetas, pero tiene curiosidad por todo.

Su tema musical preferido es Milonga del ángel de Astor Piazolla, su libro, Pedro Páramo de Juan Rulfo, le gustaría viajar a Japón porque es un forofo de los jardines japoneses y su lugar ideal sin lugar a dudas es Allariz. Tiene proyectado terminar la colección de retratos de los grandes de la cultura gallega y su mayor deseo es que las guerras y la miseria desaparezcan de la faz de la tierra.

Antonio Feijoo, Toño para los amigos, me recuerda al despistado Wall, donde en el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) y cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE, ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura...

A Toño Feijoo le conozco desde hace muchos años, desde la histórica Fontenova hasta la actual Fontevella, donde hemos compartido alegrías, tristezas, broncas y los grandes momentos que suelen jalonar esa fraternal convivencia que solo la música tiene la capacidad de conservar y engrandecer con el paso del tiempo, Antonio Feijoo es un especial personaje, que como el eucalipto arcoíris, por su majestuosidad, hay que mostrarle todo el respeto y admiración personal y también, espero, que para el próximo ensayo, llegue puntual y con ¡las notas en orden!

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