Opinión

José Manuel Aboy García

Aboy
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Liebre es el nombre común de los lepóridos pertenecientes al género Lepu Una, liebre de menos de dos años de edad que se llama lebrato. Son animales rápidos, capaces de correr a 64 km/h y pueden saltar hasta 3 metros a la vez que recorren distancias respetables en busca de los paisajes y entornos que favorezcan a su natural inquietud por los espacios libres.

José Manuel Aboy García, como la liebre Lebrato, también es veloz, trashumante y al que siempre le gustan los grandes y libres paisajes, donde la naturaleza le permite vivir esa libertad silenciosa y relajante del que disfruta todo buen campista.

Histórico ourensano de la acampada Aboy es un fiel reflejo del campista romántico, muy viajero y sobre todo, muy pulcro y exigente con la máxima de los campistas , el respeto al paisaje, la naturaleza y el cuidado y conservación de todo lo que en su trashumancia recorre.

Miembro de la primera e histórica gestora del club de Camping de Ourense, viajero impenitente, conocedor de todas las rutas y parajes habidos y por haber y ejemplo de buen campista. José Manuel Aboy es un ejemplar del que con sus charlas y anécdotas todos hemos disfrutado y aprendido, en esos agradables momentos de tertulia alrededor de un licor café sentados en las hamacas bajo el avance o bajo las estrellas de esas calurosas noches de verano.

Aboy, casado con María del Carmen Ocón, durante muchos años presidenta del club, son padres de Chema y Bea y abuelos de Héctor y Nerea y siempre se han caracterizado por la vida al aire libre, campista de recursos naturales es de los que nunca caen en la tentación de llevar la ciudad al campo, Aboy rechaza todo tipo de cachivaches que para el son innecesarios y que según dice, alteran el comportamiento, la imagen y la filosofía naturalista de todo buen campista.

De pocas pero justas palabras, a Aboy le gusta caminar, hacer arreglos, ayudar a los compañeros y sobre todo el arroz con leche del que es un auténtico depredador, solo lee los periódicos y disfruta presenciando esa naturaleza a la que tanto respeta y ama. Sus anécdotas e historias viajeras, aunque como es lógico a veces se repiten, siempre son un deleite para todos los que las oímos.

José Manuel Aboy García me recuerda a La Grand Messe, donde cada año, miles de fanáticos del Tour de Francia se reúnen en los puntos estratégicos a lo largo de la ruta de la carrera, con la esperanza de echar un vistazo a los ciclistas. Muchos de ellos llegan con caravana una semana antes del evento para asegurarse la mejor posición posible. Una mirada a lo que se vive detrás de la carrera ciclista más prestigiosa del mundo, que nos revela el lado humano de un mega evento deportivo plagado de ternura y humor.

El sol calienta, las sillas se sacan, los amigos vienen. Una mirada divertida, conmovedora sobre los apasionados sobre todo por la sensación de viajar y disfrutar de grandes paisajes. A José Manuel Aboy le conozco desde que, procedentes de Coruña, sus padres se establecieron en Ourense, su madre encantadora mujer me hablaba de él y de sus hermanos, luego hicimos la mili juntos. En aquellos tiempos él consiguió meterme el gusanillo del campismo en la sangre, con nuestros hijos hemos viajado y vivido grandes experiencias , hoy por una indisposición transitoria, Aboy y su caravana no serán la guía de nuestra acampada, pero en el retrovisor de mi mente, los ojos y el gesto de Manél me acompañarán como siempre, asesorando con sus acertados consejos nuestra ruta y cantando el himno de nuestro club .

Para ser un bo campista /poñemos de condición/ só hai que ter bos amigos/dos que valen por millóns /ter un espírito libre/ e un corazón grande e nobre /compartir troula e camiño /amistades e amores/ compartir troula e camiño/ amistades e amores/.

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