Opinión

Luis Roales

"Pluto” es un miniatura de Schnauzer, una raza de perros muy conocidos por su capacidad de alertar y por su entrega a la amistad. Son inteligentes y leales con sus dueños y también son excelentes como defensores del hogar. Tienen un temperamento muy protector y deben ser adiestrados y socializados desde cachorros para que acepten a extraños y a otros perros frente a sus amos, son muy generosos cuando se les pide, pero requieren constancia y consistencia en su entrenamiento.

“Pluto” tiene 9 años, vividos siempre fielmente al lado de Luis Roales, mi personaje de hoy, del que, por aquello de la convivencia y el gesto mimético, creo que “Pluto” ha asimilado una serie de tics de acusada personalidad y de los que hace una pintoresca ostentación como si de un racional ser humano se tratase. A su vez, Luis Roales se me asemeja (fuera el alma, como diría mi madre) a su peculiar schnauzer en que es un hombre duro, estoico, leal, protector y con una capacidad de lucha que es un verdadero ejemplo a seguir, en unos tiempos en que la fragilidad y debilidad de muchas personas les intimida ante sobredimensionados problemas que en muchos casos son veniales en comparación con su dura pero siempre ejemplar existencia.

Roales, un estudiante de maestría que a los 16 años ya era un extraordinario deportista, dos veces campeón de España de gimnasia en diversas modalidades y el primero en conseguir en cama elástica un triple salto mortal, trofeos, medallas y recortes de prensa, refrendan lo que aquel tenaz y duro deportista significó en aquellos tiempos como referente del deporte ourensano. 

Yo le conocía solo de oídas. Su fiel hermana Maribel siempre me hablaba de él, de sus éxitos, de su carácter y más tarde de su brutal accidente en el que sería el último salto de su entrenamiento en O Remedios, y que a pesar de ser una gran desgracia, le permitió demostrar a la sociedad lo que es ser un ex- cepcional luchador y un ejemplo de superación personal.

Hace tiempo que le veo casi todos los días (incluso los más duros del invierno) cruzando con su cochecito por el paso de cebra de As Lagoas, muy abrigado y siempre con su fiel ”Pluto” subido en su regazo, oteando y pendiente de Luis como si de su leal escudero se tratase.

Roales me trae el recuerdo de aquel famoso Raymond Burr, detective de la serie de TV “Ironside” de los años 70, y que era la fiel ima- gen de la constancia y la voluntad de hierro.

Es muy afable y cercano, y tiene un sentido cívico muy notable. De la sociedad actual no le gusta la falta de respeto, las barreras arquitectónicas ni los contenedores desordenados. Su virtud es la paciencia, y tiene afición a las colecciones de todo tipo y sobre todo a las tarjetas postales , que comenzó a coleccionar en su etapa de rehabilitación en Toledo. Las tiene increíbles y de todo el planeta, además de muchos y buenos amigos, entre los que me cita a Rosario Dueñas, persona a la que adora. Pero sobre todo, de Roales me asombró una frase que me dijo alrededor de un café: “Si volviera a nacer (le parece que nació ayer) volvería a practicar la gimnasia y, sobre todo, la cama elástica, un deporte que cada vez que tengo ocasión, recomiendo a todos los jóvenes”.

Roales, amigo, ¡ejemplar ciudadano! y ¡admirable persona! ¡Tomaremos otro café! 

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