Opinión

Calvos

No estar adscrito a ningún grupo político proporciona una amplitud de miras impresionante. Permite concurrir a las elecciones municipales en una lista del PSOE, aprovechar la sazón para ser teniente alcalde y, cuando te venga en gana, aparcar las veleidades progresistas para acaudillar a los que van por libre siempre que te dejan coger el bastón de mando. El grupo de los no adscritos tolera en sí a quienes burlan el Pacto Antitransfuguismo, abanderando las posiciones conservadoras del PP, sin ninguna otra consecuencia que las pesadillas nocturnas tras una indigestión. Una extraña amalgama de personajes que contemporizan en una sutil perversión permitida en el juego democrático. Tanto tiene cabida el flojo, como el semiconvencido o el ultra del ideario político o vital.

Una panda sin demasiadas exigencias. El gobierno de un Concello desde un grupo así facilita insólitas licencias.

Moción de censura y tomadura de pelo a los vecinos de Calvos incluidas.

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