Opinión

Viñas, higueras y la almazara por el Camiño de Invierno

Salimos de Sobradelo por Éntoma, donde se anuncian 161 km a Santiago, y enseguida cruzamos el río Galir por el puente romano. Ruta de higueras,alcornoques y hasta foráneas chumberas, que son cactus con enormes frutos amarillos. A mediodía nos recibe la calle de san Roque en O Barco, con expresivas y equilibradas fachadas de balcones, alguna repleta de flores. El popular horno artesanal Regalado había agotado existencias, pero en la confitería Pili encontramos pan. Aquí nos atendió Loida con la dulzura propia de su habla, una moza de Cartagena de Indias que se vino hace casi veinte años de la patria de Gabo. Pasamos luego por el interminable malecón ajardinado y urbanizado, que gozaba del ambiente familiar propio de un sábado soleado. Las atracciones ocupan una extensión considerable que lo distorsiona, imagino que temporalmente.

Al salir de la capital de Valdeorras, nos desviamos para subir al magnífico conjunto monástico de San Miguel de Xagoaza, restaurada construcción de piedra, madera y pizarra. La iglesia románica conserva su arquitectura original y en la portada aparece la consabida por estas tierras Cruz de Malta. Paraje deinusitada belleza, reluciente de viñedos, castaños, robles, pinos, nogales…Más arriba está la moderna sede de las bodegas Godeval. De vuelta al Camino avanzamos hasta Vilamartín, cruzado por el río Leira, afluente del Sil, donde topamos con una área recreativa destrozada de forma vandálica. Por si fuera poco en esta zona de baño un hombre nos advierte de que el agua está “moi porca”. Entrando ya en A Rúa nos cruzamos con los vendimiadores que han finalizado una dura jornada de trabajo.

El siguiente día nos atiende en las bodegas Joaquín Rebolledo su solícito gerente, José Ramón, que nos habla de medio millón de kilos de producción, más mencía que godello. Iniciamos nuestra ruta y en Fontei, donde Isabel nos da charla, vemos la iglesia de la Virgen de Fátima. Salir de A Rúa lleva un buen rato. Por Alvaredos, Montefurado –cuyo agujero se divisa a distancia–, Hermidón, Bendilló, conviven viejas casas en venta con alguna rehabilitada, exhibiendo galerías y amplias solanas.

Junto a la ermita de As Farrapas descubrimos la única almazara de Galicia. Nos la muestra emocionada Lupe, viuda reciente de Guillermo Nogueira, quien la explotaba hasta que el molino se convirtió en pieza de museo. Nos explica cómo la piedra tritura la oliva, con hueso y todo, y la “garabuña” resultante se coloca sobre unos capachos y se mezcla con agua caliente, cuyo líquidoresultante se recoge en un contenedor donde el aceite flota. Los sentimientos  también flotan en el ambiente.

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