Opinión

BIENVENIDO, FRACKING

En África mueren anualmente dos millones de personas de cáncer y enfermedades respiratorias provocadas por el humo de leña o de estiércol en sus cocinas, y por el que además decenas de millones de mujeres y niños sufren múltiples enfermedades.


Hace unos 200 años la España mayoritariamente pobre sufría enfermedades parecidas, que se redujeron gracias a la Revolución Industrial, de la que sólo quedan las cuencas mineras. Murieron en todo el mundo -en algunos países aún mueren- centenares de millares de mineros por explosiones de grisú, derrabes y silicosis. En España quedan ancianos pegados a bombonas de oxígeno. Gracias a estos sacrificios, los últimos 200 años nos dieron electricidad, ciencia, calor, la industria que mejoró la vivienda, la alimentación, el vestido y mil avances que cambiaron el mundo.


España nunca poseyó petróleo ni gas. Para importarlos paga las dos terceras partes de su déficit anual, alrededor de 40.000 millones de euros. Si los hubiera tenido sería uno de los países más ricos de Europa y del planeta; y aun en crisis, no es pobre. En este momento hay un método, aprobado por las leyes más conservacionistas de EE.UU., para extraer en España los hidrocarburos necesarios para los próximos 35-70 años. Es el 'fracking', que envía agua y productos químicos a unas rocas a entre 2.000 y 6.000 metros de profundidad para obtener su riqueza.


En EE.UU. se han manipulado documentales para demostrar la maldad del sistema, como el agua-ardiente del laureado 'Gasland', montado con gas de un cercano basurero en fermentación. En todo caso: si los actuales ecologistas 'anti-fracking' existieran hace 200 años, sabiendo sus costes, impedirían la Revolución Industrial. Malmoriríamos y malviviríamos como las mujeres y los niños africanos en sus cocinas; es que tampoco podrían hacerse las de hierro.

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