Opinión

La nobel iraní

Los medios de comunicación musulmanes más abiertos están exultantes esta semana con Maryam Mirzakhani, una iraní de 37 años profesora en Stanford, en el corazón del Silicon Valley, por obtener la Medalla Fields, considerado el Nobel de las matemáticas, siendo además la primera mujer que la logra. Esta atractiva científica sin velo y pelo corto y libre, salió de un mundo machista y de dictadura religiosa para triunfar en otro de heterodoxias: nacida tras la Revolución de Jomeini, consiguió emigrar al “Satán EE.UU.” para doctorarse y enseñar con grandes matemáticos, muchos judíos. Los medios iraníes la presentan como musulmana, pero debe practicar poco: hay fotos suyas siendo niña con uniforme de la Cruz Roja, y está casada con Jan Vondrak, físico checo, cristiano, investigador en IBM, al lado de Stanford.

Musulmana o no, su triunfo recuerda que sólo hay otros dos científicos de países mahometanos con premios Nobel: el físico paquistaní-británico Abdus Salem (1926-1996) detestado en Pakistán por haber sido de una minoría islámica liberal, y el agnóstico químico egipcio-estadounidense Ahmed Hassan Zewail.

El triunfo de Maryam Mirzakhani enorgullece a las mujeres, especialmente de países musulmanes, y recuerda una etapa de su religión, en nuestro medioevo, que según muchos historiadores apoyó la ciencia. Pero fueron tiempos cortos, como reconocen grandes arabistas: sus conquistadores, absorbían y divulgaban los conocimientos existentes en los países invadidos, y en poco tiempo esos saberes desaparecían porque cualquiera de las constantes sectas emergentes, como ahora el ISIS, destruía todo.

Maryam Mirzakhani quizás agite mentalmente a las musulmanas, aunque numerosas sectas violentas las amenacen por ser mujeres y porque “lo que no está en el Corán sobra, y si está es innecesario”. Es la noria perenne que provocó el multicentenario atraso islámico, mientras el racionalismo occidental atrae sus mejores mentes.

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