Opinión

Banderas al viento

La Junta Electoral Central ha decidido, con sentido común y sabiduría ante el contencioso planteado por Societat Civil Catalana, que denunciaba la presencia de banderas independentistas en los mástiles de establecimientos públicos argumentando que esas banderas son representativas de opciones políticas concretas y, por tanto, no pueden ser enarboladas en lugares que son de todos al menos durante la campaña.

Las banderas de las barras rojas y amarillas con la estrella blanca ondean en ayuntamientos, cuarteles de bomberos, bibliotecas y otros locales de esta misma naturaleza todos ellos pertenecientes a organismos públicos especialmente de titularidad municipal, y la Junta, cuyo dictamen ha levantado las iras de los partidarios de la independencia como era de suponer, expresa muy claramente en su dictamen, la prohibición de que la “estelada” pueda izarse en edificios administrativos de titularidad pública aunque autoriza a colocarla en balcones de domicilios particulares o establecimientos de orden privado.

Cada uno hace con su casa lo que le parece más conveniente pero los ayuntamientos son de todos y cada uno de los ciudadanos y no cabe en ellos simbologías partidistas que es lo justo y lo sensato. Esquerra y la llamada Asamblea Nacional Catalana ya ha mostrado su ramalazo de desobediencia civil y llaman a sus simpatizantes y afiliados a sembrar Cataluña de “esteladas” contraviniendo el mandato de la Junta Electoral. Habrá que prepararse para un pulso que es lo que plantea el nacionalismo en cuanto se falla una decisión que no le satisface. Llevan años actuando así y colmando la paciencia de los ciudadanos del común.

Más complicado es imaginar por tanto cómo se las va a arreglar la Junta para que se cumpla su mandato, aunque el organismo ha asegurado que aplicará todos los medios a su alcance para que se respete una sentencia que da la razón a los denunciantes. Cuesta suponer que va a echar mano de los Moços para retirar las banderas que no cumplan la ley y habremos de suponer que el trago le tocará a asumirlo a la Guardia Civil a la que siempre le toca bailar con la más fea en estos escenarios tan complicados y desagradables.

Pero con pulso independentista o sin pulso, lo cierto es que la Junta ha actuado bien. Con presteza y sin dejarse intimidar por las amenazas.

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