Opinión

Día triste. mentiras gordas

Mentiras, manipulación, trampas y sobre todo mucho dinero para planificar un campaña de ámbito internacional que propusiera al exterior la imagen de una ciudadanía pacífica en su justo deseo de ejercer su derecho al voto, violentamente reprimida por las fuerzas policiales del Estado represor. Como quiera que la Generalitat lleva años mintiendo, un rosario de falsedades más o menos no hace granero y a sus ideólogos les ha valido cualquier cosa. Fotos de conflictos antiguos retocadas, filmaciones sometidas a manipulación, planos falsos… De hecho y teniendo en cuenta que el referéndum ya es por sí mismo un gran embuste pagado además con el dinero de todos –no solo el de los catalanes que habitan por cierto la comunidad más endeudada de España- el resto se genera por sí mismo. Urnas opacas que parecen haberse comprado en comercios chinos, censo inexistente o falsificado, papeletas obtenidas por ordenador, ninguna fiscalización en el interior de los colegios, posibilidad de votar en cualquier demarcación y hacerlo tantas veces como uno lo desee, capacidad para rellenar impunemente esas urnas de sufragios falsos desde el interior de centros sin hora de cierre, sin junta electoral, sin nada de nada. Por lo tanto, todo es ompostura y nada es legal.

Puigdemont y el independentismo comparecieron a última hora de la tarde -poco después de que el Barcelona, con carácter unilateral y tras solicitar el aplazamiento del partido que no le fue concedido, jugara a puerta cerrada faltándole el respeto al Las Palmas - para informar que se habían contabilizado casi dos millones de votos con el 90% a favor escenificando un recuento vertiginoso y seguramente fijado previamente porque no es posible contabilizar los resultados en un periodo de tiempo tan corto y en semejantes condiciones. Esa nueva estafa le ha bastado para mantener sus posiciones declarando que llevará las conclusiones del referéndum ilegal a su Parlamento y la cámara declarará la independencia en cuestión de horas.

El domingo fue una triste jornada. Un día de falacias, estratagemas, ilegalidades, tragedias y rebelión que ganará si el Estado de Derecho sucumbe ante la amenaza de una campaña sediciosa elaborada con mimo y pagada con generosidad. Desatada para colmo por la más disparatado y sorprendente alianza política del mundo, la burguesía católica, furiosamente conservadora y celosa guardiana de sus intereses financieros junto al anarquismo antisistema, callejero y de extrema izquierda. Lo más trágico es que si alguna vez se impone esta patraña, los segundos saldrán a la caza de los primeros y se los comerán con patatas. Lo que pasa es que eso ahora no toca. Toca lo que toca y luego ya veremos.

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