Opinión

El hombre tranquilo

He sabido que Miguel Ángel Rodríguez ha estado en el rincón de Feijóo durante el combate televisivo del pasado lunes y justo es reconocer que su presencia se ha notado. Rodríguez es un afamado colega de larga trayectoria y probada eficiencia en esta materia, que en las cachas nacaradas de sus dos revólveres Colt 45 están recientes las muescas que proclaman las aplastantes victorias de Ayuso en la comunidad de Madrid con el consiguiente naufragio de su rival al otro lado de las trincheras, el todopoderoso Iván Redondo, al que este desastre le costó la cabeza. Dicen los expertos en materia de enfrentamiento político, que Feijóo ganó la pugna con suficiencia, y probablemente tengan razón. Supongo que sería Rodríguez el que fijó los puntos fundamentales para construir el personaje que se enfrentó ante las cámaras al presidente Sánchez, porque ese fue probablemente el primer gran acierto en una cita que se preveía áspera y en la que se decidió mostrar un Feijóo tranquilo, pausado, bien humorado e incluso conciliador, opuesto por completo a un crispado, vehemente y nervioso presidente del Gobierno al que la opinión generalizada  reconoce como perdedor de este, en general, desangelado duelo. Sánchez puede ser muchas cosas pero no es tonto en absoluto, y sabe mejor que nadie que su imagen no salió bien parada del reto, de modo que dos días después ha lanzado al éter la oferta de empleo público más ambiciosa de todas las ofrecidas hasta la fecha, una convocatoria de 27.246 plazas de acceso libre y 12.328 de promoción interna. Se trata de una reacción muy clásica de Sánchez el resistente, quien aplica su lema por antonomasia de a grandes males grandes remedios, cuando las cartas pintan bastos. Luego ya veremos quien paga las condiciones de esta oferta.

Hay desde luego en la opinión pública, una sensación latente que está por encima incluso de ideologías y rebasa el panorama compartimentado del partido político. Se trata de la necesidad de recuperar el equilibrio y la cordura, una percepción que Feijóo ha cazado al vuelo y ha sabido hacer suya. Pausado y serio, el gallego se ha posicionado en un emplazamiento inteligente, defendiendo su condición de personaje normal, modesto y sensible, capaz de devolver la cordura a un escenario político y social que la ha perdido. Es una magnífica apuesta. Llevarla a cabo es otro tema.

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