Opinión

La tregua blanca

En mitad de esta España agitada por los embates de la política, brota como para plantear una tregua que atempere un escenario dividido en dos mitades, la boda del año cuyas notas de sociedad han llenado las páginas  de la revista del corazón por excelencia, a millón por contrayente según predican las lenguas de doble filo. 

Tamara Falcó e Iñigo Onieva se han casado tras aquella ruptura con aromas trágicos que estuvo a punto de robarnos el enlace  cumbre, cuando el novio cometió el disparate de darse un pico con una misteriosa dama en un bar de moda. Por fortuna –incluso para ellos mismos que han reflexionado y han concluido que casarse es un ejercicio la mar de productivo a juzgar por las cifras que se manejan en materia de exclusiva referida al enlace- ella lo ha perdonado no sin antes obligarle a pasar un tiempo de expiación que el contrayente se ha tragado hasta los posos. 

Tamara Falcó ya ha advertido que lo que Dios ha unido no lo separa el hombre así que, desde ese punto de vista, todos tranquilos que la pareja se propone durar mucho tiempo aunque otra sentencia igualmente popular advierte que el hombre propone y Dios dispone. Lo que Dios tenga pensado para el futuro de la peraja no está incluido en el protocolo firmado por la venta del reportaje.

El verano, ya digo, es una época muy pertinente para celebrar saraos por todo lo alto, de los que salen en los papeles y marcan tendencia. Este estío recién iniciado están sirviendo para aplacarlos ánimos de la clase política que anda de mitin en mitin y de debate en debate. Lo ha perseguido “El Turronero” en la celebración de su cumpleaños poniendo el listón de la capacidad de convocatoria francamente alto. Y lo ha logrado Tamara Falcó convirtiendo su enlace en una especie de pipa de la paz en medio de la batalla política que tiene al país cortado literalmente en dos mitades. 

Sospecho que cuando los gurún de Moncloa resolvieron convocar elecciones generales en mitad del mes de julio para tratar de paliar el efecto municipales, no tuvieron en cuenta que Tamara Falcó se iba a aparecer en medio de la trifulca para mandar parar vestida de Carolina Herrera –un traje que, por lo visto no ha acabado de gustar a los expertos en moda, escote a lo Caprile algo excesivo y manga francesa (?), anticuada. Pero la tregua se ha cumplido. Bienvenida sea.

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