Opinión

Las despedidas

La pelea por permanecer es inherente al ser humano y aunque todos sabemos que luchamos en una batalla perdida y acabaremos siendo víctima del paso del tiempo, nadie se resigna a envejecer, a pasar de moda, a irse, a dejar de ser joven y guapo.

Esta situación tan lógica y compartida debe resultar más aguda en aquellos que deben su popularidad y su posición social de privilegio al hecho de ser joven, poseer belleza y lozanía y mantener un cuerpo afinado y a punto para enfrentarse a los retos más exigentes. Deportistas, actores, músicos, modelos… deben a esa condición todo lo que tienen, y el día que la situación cambia se enfrentan a un panorama literalmente dramático que si no se gestiona con serenidad y buena cabeza puede acabar en tragedia.

La derrota de Rafa Nadal en semifinales de Roland Garros ha conmocionado no ya al mundo del tenis sino a gran parte de la sociedad nacional. No era fácil establecer un pronóstico pesimista conociendo los antecedentes del balear en el que a todas luces es su torneo. Nadal ha ganado la copa de los Mosqueteros en trece ocasiones desde que debutó en 2005, y hasta la fecha solo había perdido dos encuentros desde que comenzó a jugarlo. Lo ganó cinco años consecutivos y es el rey de la tierra batida. Una figura estelar.

Sin embargo en esta ocasión ha abandonado las pistas francesas sin jugar el último partido porque otro gran campeón le ha arrebatado esa posibilidad. Djokovic es un tenista algo más joven, está más fuerte de mente y de cuerpo, y lo barrió en semifinales a pesar de comenzar el primer set perdiendo por 5-0. Sin embargo, esta situación que ha sembrado el desconcierto en los ámbitos mundiales de la raqueta no pasa de mera anécdota como quebranto de estadísticas y triturador de pronósticos ante la certeza de que Rafa ha dado todo lo que se puede dar en las pistas, nos ha hecho felices a todos y hora es ya de que planifique discretamente el tiempo de su marcha. Nadal es el orgullo de todo un país y la leyenda más grande que ha producido el deporte nacional en todas sus modalidades. Por tanto, nada va a cambiar eso ni va a erosionar el inmenso cariño y el profundo respeto que su figura transmite. Rafa Nadal es todo nuestro. Es un ejemplo que nos vale a todos.

Seguramente el está perfectamente preparado para marcharse. A lo mejor, los que tenemos que comenzar a hacernos a la idea somos los demás. Hagámoslo

Te puede interesar