Opinión

Mendizábal y los demás

Juan Álvarez de Mendizábal, se llamaba en realidad Juan de Dios Álvarez Méndez y se cambió el apellido por uno vasco que le pareció más apropiado y libre de sospechas, para que no se mostraran en ellos sus ancestros con raíz de judíos conversos que no estaban lo que se dice bien vistos en aquellos tiempos. Gaditano al que por su elevada estatura llamaban en plan de coña sus paisanos Juan y Medio, llevó su frenesí por ocultar su procedencia y aparecer limpio de sangre, incluso a mentir sobre su lugar de nacimiento. Puso en el acta de sus esponsales que había nacido en Bilbao y una no despreciable parte de la biografía que él mismo se fue escribiendo es falsa y trata de disimular, maquillando con una gran habilidad y no poca perseverancia, sus propias y no escasas miserias.

Aún así, y observando con indulgencia una vida con abundantes rincones oscuros, necesario es reconocerle a este curioso personaje su extraordinaria contribución a la causa liberal y sus muchas y valientes decisiones cuando estuvo al mando del Gobierno. Suya es la primera ley de Desamortización de los Bienes Religiosos que más tarde aplicó en un segundo intento Pascual Madoz. Y aunque fracasó en su intento, puso este curioso espécimen de librepensador con aires de aquí estoy yo, chulapón, venturoso y golferas, los cimientos de un estado más libre y menos fiscalizado cuya venturosa apertura se encargó de cercenar Fernando VII que puso precio a su cabeza. Mendizábal salió pitando a Inglaterra y al exilio fueron a parar también Istúriz, Calatrava, Espoz y Mina, y tantos otros liberales a los que la maldad fernandina mandó al extranjero. Riego y Torrijos no tuvieron tanta suerte. El volvió y pudo desarrollar su política hasta la regencia de Espartero.

Pedro Sánchez, que está loco por la música y se ha propuesto echar mano del argumento del estado laico para mover el gallinero, haría muy bien en leerse la historia de Juanito Mendizábal o en su defecto, de Calatrava o de cualquier otra personalidad liberal de aquel turbulento periodo pre Isabelino que ofreció personajes tan desconocidos e ideológicamente tan suculentos. Yo se lo recomiendo aunque no me hará ni caso. Allá él.

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