Opinión

Muchachas de Marruecos

Que un cargo del gobierno ceutí se refiera así a las personas sin regular es demoledor

Salvadora del Carmen Mateos Estudillo, delegada del Gobierno en Ceuta, es especialista en Ciencias de la Educación según figura en el apunte biográfico que ilustra su foto en el correspondiente apartado dedicado a los titulares de delegaciones territoriales publicado por su ministerio. Licenciada en Filosofía, su carrera parece discurrir mayormente entre los campos de la docencia  y la gestión de colectivos escolares. Ostentó durante un tiempo también la responsabilidad de consejera de Asistencia y Bienestar Social en la cuidad en la que hoy representa al Gobierno, y hay que suponer que de ese desempeño provienen las desastrosas declaraciones pronunciadas por esta buena señora en una comparecencia pública hace un par de días.

Respondiendo a la cuestión planteada por algún periodista local sobre la apertura de las fronteras terrestres de ambas ciudades autónomas con Marruecos, a la delegada no se le ocurrió otra cosa que apuntar los quebrantos que semejante clausura fronteriza ocasionan a las amas de casa locales. “En Ceuta, las amas de casa –respondió espontáneamente expresándose con curiosa y sorprendente incorrección política- estamos deseando que venga la muchacha. Te lo digo, empezando por mí, que estar trabajando aquí por la mañana y luego limpiando en casa por la tarde ya te digo yo que cuesta”.

Las muchachas a las que se refiere la delegada son las empleadas de hogar que en ambas plazas proceden mayoritariamente de Marruecos y cuyo número superaba hace un par de años las cuatro mil trabajadoras la mitad de las cuales estaban sin regularizar. La respuesta de los partidos de la oposición y diferentes colectivos sociales ha sido, naturalmente, furibunda y no es para menos.

En verdad, que el análisis de la delegada del Gobierno sobre un gravísimo problema de incierta y compleja resolución se reduzca al quebranto que pueda ocasionar a las amas de casa ceutíes la ausencia de muchachas marroquíes, propone una visión demoledora de las capacidades de un representante gubernamental. Pero lo que más llama la atención es su  ausencia de astucia y su incapacidad para desempeñar el papel político que le corresponde por cargo y que exige otro tipo de comportamientos. Seguramente no será cesada al menos de inmediato, pero merecerlo, se lo merece.

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