Opinión

La relación personal

Ha caído en mis manos la biografía que en 1965 publicó el historiador gallego José Luis Comellas sobre Antonio Cánovas en la que se analizan los elementos principales que compusieron la obra del político malagueño con especial y cuidadosa relación de los hechos que, tras el final de la I República y el llamado Ministerio-Regencia que ejerció el general Serrano tras el golpe de Pavía antes de marcharse a combatir a los carlistas del norte y dejarle la torrija al general Zabala, constituyeron el principio de la Restauración y los pilares del reinado de Alfonso XII. El aspecto más importante de aquellas decisiones tomadas febrilmente por Cánovas -las primeras estando todavía detenido por el Gobernador Civil de Madrid quien le cedió amablemente su despacho para que las tomara- fue precisamente el brillante convencimiento de que, para que el constitucionalismo del nuevo monarca fuera creíble, él mismo como liberal conservador necesitaba un contrapeso político en el otro plato de la balanza. Por tanto, dedicó gran parte de esa primera tarea política a crearlo. Lo buscó en Ruiz Zorrilla y éste se le negó en redondo así que apeló a la voluntad y buen juicio de Práxedes Mateo Sagasta estableciendo un operativo de singular habilidad para convertirlo en jefe de la oposición bien pertrechado y lo que era más difícil, aceptado sin dificultades por el resto de las fracciones de la Cámara. Paradójicamente, solo se encontró con la oposición directa hacia su persona del ultra católico Pidal para desarrollar esta necesaria estrategia.

A diferencia de la relación existe entre Mariano Rajoy Pedro Sánchez que es catastrófica, la que mantuvieron Cánovas y Sagasta en el plano estrictamente personal fue amical, profundamente respetuosa y no exenta de cariño porque, entre otras cosas, fue Cánovas quien hizo de Sagasta su adversario, y Sagasta se comportó con él como un caballero y así compartieron responsabilidades, decisiones y turnos de Gobierno hasta que Cánovas fue asesinado.

Difícil es suponer algún viso de entendimiento entre dos individuos que se detestan como ocurre con Rajoy y Sánchez, Y así va a seguir siendo como fácilmente se observa. Sánchez insultó directamente a Rajoy ante las cámaras, Rajoy acudió a su consulta y le negó la mano, Sánchez trazó el cordón sanitario, fracasó en la investidura y Rajoy le vapuleó en su fracaso. Y no hay deseos de cambio.
 

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