Opinión

Centralia

Centralia. ¿Qué es Centralia? Centralia es un infierno. Uno más, entre los muchos que hay en la vida, sin tener que dejar este mundo para sufrirlos. La miseria, el dolor, el abandono, la escasez, la soledad… Eso son infiernos que con el tiempo se pueden mitigar e incluso apagar. Pero hay otros de diferente índole, imposibles de extinguir porque radican en hechos y decisiones nefastas que después anidan para siempre en el recuerdo. Eso, los que tienen conciencia. Los otros, ni infierno, ni cielo. Ellos son el centro de todo. Lo demás no existe. En fin, que con esto del infierno nos hemos ido por otros lares, pero es que el infierno siempre está presente, abajo, o arriba, no se sabe. 

Quizá en las guerras y el hambre provocados, en el abuso de poder sin freno, en el egoísmo y la soberbia que trabajan sin descanso encadenando víctimas. Un asesino, personaje de cómic, que logra escaparse al mundo real grita feliz: “¡Aquí ganan los malos!” ¿Y será verdad? No sé, queridos lectores. Lo que sí parece es que la maldad tiene un atractivo irresistible, algo así como la atracción del abismo. Las llamas que lamen el aire hipnotizan, “no juegues con fuego que te quemarás”. Y hasta aquí nos atraído Centralia, una zona del condado de Colombia, Pensilvania, en los Estados Unidos, que en 1981 tenía más de mil habitantes y ahora está vacía de vida, debido a que en las profundidades de la tierra, bajo la ciudad, una vieja mina de carbón empezó a arder con un  fuego tan abrasador, que semeja el infierno. Y así debe ser, porque ese fuego parece que no se extingue nunca, y muy al contrario, continua vigente en esa parte del globo. 

El carbón, lo que ha calentado al ser humano desde que poética y mitológicamente, Prometeo bajó a la Tierra para entregarle a los hombres el fuego que arrebató a los dioses. Una entrega que Prometeo pagó muy cara. Desde entonces sufre por ello un castigo aterrador, porque Zeus lo encadenó en una montaña y allí, todos los días un buitre le devoraba el hígado, tormento grande que no cesaba, porque el hígado volvía a crecer, y el buitre volvía a torturarle sin piedad. Esperemos que nadie caiga por las aberturas que el fuego produce en el suelo de Centralia, porque como escribe el Dante ante la puerta del Hades, en La Divina Comedia, “¡Oh vosotros los que aquí entráis, perded toda esperanza!”. ¡Terrible!

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