Opinión

De oro puro

Estamos en pleno otoño, tiempo en el que la naturaleza dora las calles con el brochado que cae de los árboles. El otoño es suave, melancólico, polícromo dentro de un contexto bruñido. Es tiempo de la despedida de una estación, y preludio de la que asoma entre letargos. Heraldo de frío, bruma, oscuridad, pero también de invitación al recogimiento. El otoño se distingue en nuestras vidas como una pintura cuyas pinceladas sutiles nos inspiran y ayudan a hacer el balance de lo que hemos sido, tenido, perdido, dado y recibido. Y si la dicha, con todos los altibajos que ofrece la vida, ha presidido el devenir, hay que celebrarla y repetirla todos los días que concede el destino. 

Así se cuentan las etapas en íntima unión: Bodas de Plata, de Oro, de Platino, con ilusión a la espera de las de Diamante. Precisamente fueron las de Oro las que se celebraron el sábado, día 28, cuando Paco González y Carmen Fernández cumplieron su medio siglo de gozoso matrimonio. Unión tan feliz, que quisieron volver a reafirmar en una misa cantada y concelebrada por los sacerdotes Julio Rodríguez y Luis Cuña. Repitieron como padrinos el entrañable matrimonio, Lourdes Santórum y Luis Rodríguez. Los cantables religiosos fueron interpretados por una magnifica coral con la participación de Fernando Cuña y Antonio González. A la conmemoración asistieron familiares y amigos de los nuevamente contrayentes, que participaron de la alegría y la brillantez del acto. 

Allí estaban, Carlos que llegaba de Cambridge, Inglaterra, para acompañar a sus padres en tan feliz acontecimiento, Timo Fernández y su hijo Jorge, Pepe González y su hija Ana, los matrimonios José Luis Fernández y Ana Pérez con su hija Laura, Antonio González y Virginia Vallejo, Jesús Lázare y Gloria Rodríguez, José Luis Fariñas y Mary García, José Manuel y Amparo, Cesar y Dorinda, Belén Seara, Rut e Ivan, Alejandro y Noelia, Josefa, Arturo, Tita, Isaac… Imposible recordar el nombre de todos los invitados. Después de la misa tuvo lugar el banquete rico y abundante. Bodas de oro puro. Algo para recordar con cariño. Dos personas enlazaron sus vidas y lo que les unió y une, se hizo más fuerte cada día de sus vidas, hasta cumplir cincuenta años de convivencia. Sirvan pues estas sencillas y sentidas letras para desearles que vivan con la misma felicidad otros cincuenta, y muchos más.

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