Opinión

El Cerebro

Con relación al cerebro, hay para elegir palabras que lo dicen todo peyorativa o positivamente. Se dice coloquialmente, “cacumen”, “cerebro embotado”, “descerebrado”, “todo un cerebro” “cerebro brillante“, “ha perdido el cerebro”, “es muy cerebral”. Bueno, esto de la nuez que, como yo digo, vive en nuestro ático y desde allí ordena, manda y hace saber, tiene miga sin ser pan. También se le suele llamar materia gris, caletre, la loca de la casa, que por lo visto allí mora, y tantas cosas que no habría espacio para enumerar. Luego está el estuche óseo que lo contiene y trata de protegerlo. Se puede conocer como cabeza, cráneo, caja de resonancia, melón, sandía, cabeza bien amueblada... hay para todo. 

Somos ricos en lenguaje. Pero entre todas estas acepciones de diccionario o denominaciones populares, cuenta la que señala: “no tiene cerebro”. Y así como todas las demás pueden pasar, según la intención y situación de quien la pronuncia, y sobre todo del destinatario, la última carece absolutamente de verosimilitud. Todo el mundo tiene cerebro, más o menos bien puesto y habilitado. Es algo que está ahí para servirnos y para que podamos andar por la vida. Pero ustedes, queridos lectores, se preguntarán, ¿a qué viene todo esto? Pues vamos a ver. Lo que nos trae a tal prolegómeno es, les aseguro, muy interesante. Recientes estudios realizados por un equipo de la Universidad de Florida para evaluar los efectos de los viajes espaciales sobre el organismo humano cuando se está en el espacio, dio como resultado que el cerebro de los astronautas flota dentro del cráneo, literalmente. 

Lo que según los citados expertos, puede explicar lo que se llama “el síndrome neuro-ocular” que padecen después los viajeros espaciales. Gracias a tales estudios, y sin entrar a en detalles, que es tema reservado para quien de verdad puede hacerlo, sabemos algo más de nuestro yo físico. Del otro, si lo hay, ya veremos. De momento ahora conocemos que en estos casos la microgravedad produce los cambios en la materia blanca del cerebro, sobre todo en las vinculaciones al movimiento y la información sensorial. Llegados aquí, puede uno hacerse una idea de lo que pasa ahí arriba, testa y espacio. Idea harto difícil para quien es profano en la materia. Pero lo publicado es una ratificación más de que no hay nada inamovible. Y en eso estamos.

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