Opinión

La foto robot


Si nos interesa nuestro pasado es necesario acudir a los arqueólogos. A ellos se les debe mucho, rescatan la historia de las piedras, de las arenas, de lo más oculto en las profundidades de la tierra. Ellos buscan, encuentran y estudian, y nos dicen lo que a ellos, a su vez, les dice lo encontrado. Hoy nos referimos concretamente a los arqueólogos que entre 1989 y 2012 realizaron las excavaciones en Cueva de Oliveira, (Portugal), yacimientos considerados como unos de los más importantes del Paleolítico Medio, en los que “los expertos sugieren que los neandertales ocuparon este lugar hace entre 100.000 y 70.000 años”. Hay que decir que siempre nos asombran estos descubrimientos y a veces recibimos, como en esta ocasión, lecciones para corregir las ideas preconcebidas que se tienen sobre épocas remotas, y lo más importante, sobre nuestros ancestros. Y es que la imaginación trata de rellenar los espacios que dejan los desconocimientos de siglos. 

Leemos en Business Inside un amplio e interesante reportaje científico sobre los neandertales, seres representados siempre como unos señores muy brutos y muy feos, que no sabían nada de nada y que iban por el pretérito sólo con una cachiporra con la idea de destrozar lo que encontraban. Sin embargo, el estudio asegura que si ellos vieran la foto robot que nuestra mente imagina sobre ellos, se reirían a mandíbula batiente y nos llamarían ignorantes con toda la razón. Muchas son las claves que nos ofrece el citado estudio para entender y comprender datos tan interesantes como que estos seres encendían el fuego para preparar “comidas deliciosas. Y además adornaban sus cuerpos con accesorios artísticos”. Seguramente que hemos heredado de ellos esos dos gustos explotados hasta la saciedad durante siglos. La cocina, en estos años otra vez puesta de moda, con platos grandes y nada dentro, exquisiteces se llaman, y la moda cada vez más estrambótica, al margen de épocas de elegancia y estilo, en contraposición con otras de excentricismo puro. 

El caso es, queridos lectores, que las sombras del tiempo también oscurecen nuestra visión, hasta que vienen unos científicos y señalan el error cometido, con la luz de su trabajo y la realidad de lo que fue. Los muertos hablan a veces mucho más que los vivos y comunican verdades, al contrario de los vivos que mienten más que hablan. 

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