Opinión

La memoria

Ay, la memoria, queridos lectores! Nos fiamos de ella, la alimentamos, la llevamos con nosotros, elevada, cuidada para que no escape, y al final, nos es infiel. Ella interpreta, remodela y modifica los datos que recibe sin respeto a la verdad. Por eso se dice tanto “es mi verdad”, en detrimento de lo cierto. Porque, incluso en ocasiones tergiversa, ya que sólo analiza una versión. Unas veces suaviza y otras agrava lo expuesto. Se porta como una bola de nieve que crece por sí misma, o resbala la realidad sobre el hielo que produce. Nos engaña. Pero, ¿qué haríamos sin ella? 

Es el único libro que tenemos de nuestra vida y en el que podemos leernos a nosotros mismos, y aprender para seguir adelante. Nos ofrece poder adentrarnos en nuestra historia íntima, en esos huecos a los que nadie puede acceder. Pero ¡ay!, también los cierra a cal y canto, y nos condena a las salas del vacío. Ni obstante, sólo en ella podremos encontrar a todos aquellos que se cruzaron en nuestro camino, los que pasaron de largo, los que quedaron un tiempo y los que nunca nos abandonaron. Cierto es que la memoria anda suelta como una loca sin temor a recoger retazos de aquí y de allá, mezclarlos un poco hasta el punto de que al pasar los años nos hace dudar si aquello que experimentamos fue real o sólo un sueño. Tiene ese poder y nos confunde. 

Pero hay que cuidarla, porque si se cansa y piensa dejarnos, las letras se emborronarán, la lectura se hará difícil e incómoda, el número de las páginas perderá el orden cronológico y al final se cerrará el libro. Ese libro que suele ser para su protagonista como una novela, un cuento, un drama o una comedia con sus picos y sus llanos, aunque puede que el tiempo se configure en un desbarajuste. Los sentidos se ríen de nosotros, no por maldad, sino porque cada nacido es un mundo que ve la vida de distinta manera y de distinta manera estará en ella. Dos personas ven diferente la misma cosa. Contarán lo sucedido de forma distinta. Los colores, las caras, las acciones y el hecho en sí, y la narración de una, para la otra, será irreconocible. 

Sin embargo, la memoria es selectiva, y nos trae lo que necesitamos en el instante, dejando atrás lo demás. Es servicial y práctica aunque se equivoque. Por lo que no importa perder datos y fechas, lo importante, lo más importante, es no perder jamás el nombre.

Te puede interesar