Opinión

La pata del diablo

Y vamos nuevamente con el diablo, aunque ahora el pobre da un poquito de risa, porque actualmente no tiene ninguna necesidad de salir del averno para cometer tropelías. 

Las leyendas que ha generado su identidad no causan ya miedo. Lo que produce miedo, terror y pánico, son otras cosas que suceden en la Tierra, sin su ayuda. Algunas veces se oye a las gentes, “Esta vida es un infierno”, y pregunto, ¿será verdad? ¿Usted qué opina, querido lector? ¿No habrá también un poquito de cielo? Yo creo que sí. Si hacemos un esfuerzo mental y nos remontamos a los tiempos en los que en el misterio de la noche se contaban historias en la cocina, alrededor del fuego, y prestamos atención a los prodigios que narraban los más ancianos, nos enteraremos de cosas que hacían latir más deprisa el corazón, y miraremos temerosos las sombras resbaladizas que vagaban por las paredes, creadas por las centelleantes llamas. Entonces sentiremos escalofríos y sospecharemos que los humanos no estamos solos. 

¡Qué miedo y qué emoción! Y escucharemos historias como la que dice que una vez los lugareños de El Toyo, (San José de Maipo), hicieron un trato con el diablo para que además de regalarles una barra de oro puro, les hiciese un puente colgante sobre el peligroso río Maipo. Ellos a cambio le entregarían sus almas. Mal trato. Pero los campesinos supieron burlar al maligno acusándolo de que el oro prometido no era oro. Es de suponer que el acusado se defendería rabioso y con trucos como él sabría hacerlo. Pero de nada le sirvió, pues los lugareños que debían de ser muy viejos, y ya se sabe que la vida y las necesidades enseñan mucho más que el Libro de Petete, empezaron a golpear con fuerza el noble metal contra el filo de un hacha, de forma que al golpearlo marcaban en la barra la señal de la cruz. Al ver el signo sagrado el diablo, despavorido, escapó como un rayo, y en su huida dejo su gigantesca huella marcada en una rara formación geológica. Eso se dice, claro. Lo cierto es que a esa enorme marca se la llamó la “Pata del Diablo”, y pasó a ser una de las más curiosas atracciones para los visitantes de la preciosa zona del “Cajón del Maipo”. 

Este es uno de esos relatos tan interesantes que se contaban entonces, y que se pasaban oralmente de generación en generación, para que no se perdieran nunca. Y afortunadamente, no se han perdido.

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