Opinión

Mediocridad

Dice un actor de campanillas, al igual que bastantes otros con menos sonoridad, que el cine de hoy es inferior al de antaño. Algunos aseguran que va empeorando; otros, que es el público el que ha empeorado; y la mayoría asegura que ha empeorado todo. Y tal vez estos últimos tengan razón, porque si estamos sumidos en la mediocridad, ¿a qué santo las películas van a ser mejores? Cae de cajón. Salvo raras excepciones, que las hay afortunadamente, por la gran pantalla pululan toda clase de superhéroes y mamarrachos que se alternan con comedietas de usar y tirar, basadas en chistes de dudoso gusto que maldita la gracia que hacen a quienes quieren ver cine y pasar un rato agradable. 

Pero lo mismo sucede con la televisión, que ofrece en horas de mayor audiencia, ocurrencias y tontadas, cuando no se convierte en una celestina con Calistos y Melibeas tan vulgares, superficiales y postizos, que harían sonrojarse al propio Fernando de Rojas. Y uno se pregunta: ¿de qué han servido tantos años de excelente literatura española? ¿Dónde fue a parar nuestro Siglo de Oro, nuestros grandes novelistas y dramaturgos? ¿Dónde nuestro rico lenguaje? Por supuesto que no se sabe. ¿Quizá en algún planeta desconocido alguien se ocupa, como el sabio que recogía lo que otro tiraba, de afanarse en aprovechar y considerar como reliquia lo que aquí se olvida, si es que no se desprecia. Por supuesto prescindirán de la publicidad porque, ¿quién puede dar verosimilitud a lo que dice? 

Queridos lectores, ¿no sienten vergüenza ajena al contemplar lo ridículos que son los anuncios de perfumes, por ejemplo? ¿O no les produce inapetencia, por no decir repugnancia,  los residuos que taponan el desagüe de los lavavajillas de las señoras inexpertas o sucias, y que le ponen a usted en el plato a la hora de la colación? Y no digamos ya, la murga de teléfonos, coches, bancos, tantos por ciento y ciento por tantos con que nos llevan a la perdición de las matemáticas. Huyan, huyan, antes de que les vuelvan tontos. Dicen que el cine ahora es malo, que ha perdido el hálito de la magia. Es posible. Pero no olvidemos que si todavía conserva un atisbo de arte, el arte refleja la realidad y bebe de ella. ¿Es así nuestra realidad? ¿Tan cutre, barata, insustancial y sosaina? Mis queridos lectores, piénsenlo con calma y decidan. Ustedes tienen la última palabra.

Te puede interesar