Opinión

Sólo cuestión de tiempo

Casi todo el mundo se ha preguntado alguna vez, si en algún lugar del mundo existe un doble de su persona. Ya se sabe que el espejo devuelve la imagen exacta con todo o parte del contexto en que se encuentra quién se mira en él. El espejo es una maravilla entre las maravillas, aunque siempre nos deja el deseo de pasar al otro lado del cristal y examinar desde allí qué es lo que pasa aquí. También se debate la mente entre las diversas teorías encontradas, sobre si la vida se ha creado sólo en el planeta azul o si, por el contrario, por ahí adelante, en los infinitos espacios siderales hay seres inteligentes parecidos o no al ser humano, en fases más o menos evolucionadas con respecto a él.

Las agencias que estudian el cosmos, los astronautas, los astrofísicos que escrutan los espacios celestes ponen su atención en cada uno de los efectos que se producen en ellos. Pero sobre la vida, y sobre todo sobre la existencia de los dobles en sitios lejanos, todavía queda mucho ¿o no? que investigar. De momento el astrofísico suizo Willy Benz, director del Instituto de Física de la Universidad de Berna, piensa que el descubrimiento de un planeta análogo al que ocupa el hombre, o sea gemelo, fuera del Sistema Solar, es solo una cuestión de tiempo. Para ello es muy importante, según Willy Benz, seguir la pista del agua, porque sería una señal de vida, la cual, dice Benz, se desconoce cómo empieza y hasta el momento nadie ha podido crearla en el laboratorio.

La vida es el segundo gran misterio con que se enfrenta el ser humano. El primero no deja de ser el propio universo y como empezó. Ni tan siquiera los guionistas, o los creadores de historias fantásticas se han atrevido a proponer ideas serias al respecto, a pesar de las hipótesis que los científicos brindan según avanzan y retroceden a un tiempo en sus estudios. Y aquí la imaginación se dispara y llega más lejos que cualquier ingenio mandado al espacio por las grandes potencias espaciales. Cada individuo tiene su idea. La mayoría se decanta por la vida en otros planetas sin saber cómo será esta. Los soñadores le ponen rostro. Los más atrevidos no dudan del descubrimiento de esa duplicidad, y los realistas se alarman ante la posibilidad de que otro punto precioso del Cosmos, se vea por sus habitantes, al borde del colapso, en su ignorancia del gran bien que poseen.

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