Opinión

Treinta denuncias

Tuvo que ser el comité de Naciones Unidas contra la discriminación femenina, quien en una sentencia reciente haya reconocido la dejadez de España en el caso de la muerte de una niña a manos de su propio padre. Tal resolución deja en evidencia los errores existentes en un sistema que mantiene a muchas de las víctimas de malos tratos en un total y terrible desamparo. Los tribunales españoles responsables, que no fueron capaces de dar una respuesta seria y rigurosa, a treinta denuncias interpuestas por una mujer aterrada por las amenazas de su marido, han agravado y deteriorado un proceso que propició el fin de una vida inocente. El comité de Naciones Unidas ha exigido, además, una investigación exhaustiva sobre el caso, una reparación conveniente y una indemnización completa.

El caso que nos ocupa, es ya harto conocido por la difusión que ha logrado en los medios de comunicación. Pero hay que insistir en que Ángela González, madre de la pequeña asesinada, estuvo luchando desde abril de 2003 para que se atendieran sus peticiones de justicia, finalmente reconocidas por la citada comisión. En lo que llevamos del presente año, son ya 33 las mujeres que han sido muertas a manos de los hombres en los que un día depositaron su confianza. 

Si la mente obligase a visualizar esas muertes, los ojos virtuales contemplarían un macabro, inmenso y continuo goteo formando un mar de sangre, en el que tomasen cuerpo la vergüenza y la indignidad que lo provoca. Lástima de las criaturitas caídas en desgracia, víctimas de un sistema judicial y social, absolutamente inoperante, según señala la sentencia de Naciones Unidas. Son muchos años ya de ampliación de leyes, de normas, de bla, bla, bla, sobre protección a la mujer y todavía seguimos en el punto cero. Cada día una noticia, un susto, un amargor de acíbar. Todo sigue igual. 

Por otra parte. ¡mucho cuidado! No hay que llamarse a engaño. También hay víctimas masculinas que en muchos casos sufren la peor de las infamias, el descrédito personal y la tortura de la calumnia. Tema asimismo terriblemente grave de los que no escapan algunas denuncias de maltrato infundado. Sea como sea, el caso de la noticia y la sentencia emitida respalda la petición de justicia y abre un camino a seguir por las mujeres víctimas de vejaciones y amenazas, solas ante un mundo ajeno a su desespero.

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