Opinión

UNA NACIÓN ESPERPÉNTICA

La imagen de unas cien personas pertenecientes a un sindicato agrario, reunidas en torno a la entrada de una finca privada, portando banderas del Che Guevara, profiriendo gritos pidiendo el envío a prisión de todos los banqueros como 'solución' a nuestros problemas patrios, y tratando penetrar en esa propiedad para 'ocuparla' de grado o de fuerza, no es que nos conduzca a un juicio de legalidad o ilegalidad, es que se trata de algo sencillamente esperpéntico. Que en un país como España, en el siglo XXI, perteneciente a la Unión Europea, que algo así sea transmitido por los canales de televisión como noticia de portada nacional, es indicativo, en mi modesta opinión de que hemos entrado en el esperpento nacional.


Lo mas curioso del asunto, que añade aparte de esperpento una dosis muy alta de incongruencia, reside en que teóricamente, según los protagonistas del 'evento', se trata de protestar contra la grave situación que vive Andalucía, región en la que, según ellos, campa por sus respetos la pobreza y el hambre. Seguramente es cierto el diagnóstico pero surge una pregunta elemental: ¿quien ha gobernado en esa parte de España los últimos treinta años? ¿Acaso los dueños de las fincas o de los establecimientos que se convierten en destino de sus ocupaciones forzosas? Pues evidentemente no. Ha gobernado, -por decir algo- el PSOE, de modo que la responsabilidad de la situación descrita si hay que asignarla a alguien será a aquellos que han ejercido el poder y no a quienes lo han soportado e, incluso, han tenido que pelear, como es el caso de Los Carrizos, contra los designios de ciertos políticos a quienes interesaba mucho mas dañar a un supuesto enemigo político que ayudar a un proceso de mejora de unas tierras en las que se invertía dinero para crear riqueza y puestos de trabajo. Así que si los miembros de ese sindicato fueran coherentes se estarían manifestando en las dependencias del Gobierno de la Junta, o, incluso con mas motivo, en aquellas en las que se ha gestado el desastre cósmico de los dineros de los ERE, financiados por la UE con destino a ayudas a los trabajadores y que han acabado sirviendo, según parece, para finalidades muy poco edificantes.


En fin que con todo eso tengamos que asistir al espectáculo de las ocupaciones, no solo anunciadas sino radiadas y televisadas en directo, como uno de esos reality shows que causan furor de audiencia, es como digo, una muestra de que este país nuestro, con independencia de la crisis económica, moral, política, judicial e institucional que nos asola, ha entrado de cabeza en el esperpento. Es como aquella vieja película de Berlanga, la Escopeta Nacional, pero en versión corregida y aumentada, en la que los protagonistas ya no son los infumables -también esperpénticos- señoritos de antaño. sino una nueva casta, con presencia en la política, el sindicato, la fiscalía, la judicatura y demás instituciones del Estado, que parece decidida a que alguien se le ocurra la buena idea de rodar una película para solaz y esparcimiento de nuestros llamados socios europeos. Me imagino qué estarán pensando los suecos, daneses, noruegos, alemanes, holandeses y demás compañeros de viaje de esta decadente Europa, al contemplar esas imágenes televisivas. Me queda la esperanza de que crean que es una película de ciencia ficción y no un retrato de nuestra trágica realidad. Más de una vez he dicho que cuando dentro de unos años, una vez recuperada cierta normalidad, se analice con serenidad lo sucedido en los últimos veinte en nuestro país, seguramente prensarán que alguien desde el cosmos nos envió algún extraño virus que afectó a nuestras mentes y nos llevó a recorrer un camino que, como digo, no es que fuera correcto o incorrecto, adecuado o inadecuado, acertado o desacertado, es que encajaba de lleno, con plenitud de derecho, en el mejor de los esperpentos de la Humanidad. Decía el gran Cioran que produce nausea el trazado del hombre sobre su historia. En muchos momentos tiene razón, no me cabe duda alguna, pero en otros, con independencia de la tragedia que viven millones de españoles, además de nausea produce sonrojo, porque por encima de otra consideración, uno, a la vista de estas cosas, tiene que hacer un enorme esfuerzo para seguir sintiéndose orgulloso de pertenecer a este país.


Notarios que no saben que pasa con DNI de una infanta, jueces convertidos en auditores de la gestión de bancos y que encarcelan por disentir se estrategias comerciales, fiscales que se dedican a actuar de abogados defensores de inculpados, sindicalistas que dicen que toda propiedad de tierra es un robo sin mas, jueces que dicen que ellos son la ley y hacen lo que les sale de ciertas partes al servicio de su ego o ayudando a instituciones financieras no vaya ser que en el futuro las necesiten, medios de comunicación que cuentan realidades que nunca ocurrieron al servicio de sus mentores o financiadores....En fin. No hay mal que por bien no venga y quizás necesitemos el espejo del esperpento para decirnos a nosotros mismos ¡ya está bien! y tratemos no solo de arreglar las cosas, no solo de crear adecuada convivencia humana, sino de evitar el ridículo europeo de ser una nación esperpéntica.

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