Opinión

¿Nos creemos al Gobierno o es “optimismo electoral”?

Aterrizo de un viaje a Milán, en donde he encontrado una percepción entre la gente que he podido ver y comentar con ella, muy parecida a la que dejé en España, y de nuevo los mensajes contradictorios en economía parece que dominan la escena. Ante todo, los triunfalismos gubernamentales, que creo que, al menos en buena medida, son debidos a la proximidad de las elecciones europeas, en las que los analistas aventuran que el PP perderá muchos votos, aunque —esto sí- el duo PP/PSOE seguirá dominando la escena, contradiciendo a aquellos que auguran el fin del bipartidismo. Vamos a ver: el bipartidismo no consiste en que en el escenario político existan sólo dos partidos, sino en que, a pesar de una pluralidad, los dos dominantes controlen la situación y consigan acuerdos para las cuestiones que a ambos afectan. Y esto no solo no va a desaparecer sino que es incluso posible que, dominando el resultado electoral, aunque en menor medida, la propensión a los acuerdos entre ellos aumente de forma significativa.

Bueno pues me encuentro con que el gobierno después de contarnos el fin de la recesión nos traslada su alegría porque ya estamos consiguiendo tasas de crecimiento. Así que no solo lo peor ha pasado sino que crecemos. Lo malo es que un poco después aparecen las cifras oficiales de la EPA, y con ellas el desastre: la economía española sigue destruyendo empleo. ¿En qué quedamos? Pues quedamos en las dos cosas al mismo tiempo. Por un lado es claro que ya no estamos en recesión, pero, vuelvo a insistir, porque ya lo he explicado en estas páginas, que esto solo quiere decir que hemos dejado de decrecer, es decir, de soportar tasas de crecimiento negativas. Por sí solo no es nada mas que un concepto macroeconómico, para entendernos, y que es perfectamente compatible con una situación económica deteriorada. Y este es el caso.

Nadie niega —al menos yo, no— el tremendo esfuerzo realizado en la reducción del déficit, a costa, incluso, de destrozos en ciertas áreas de actividad propias del Estado. Al tiempo, nadie puede negar el incremento de la Deuda pública y algunos extraen consecuencias demoledoras de este dato en el medio plazo. Pero a nada que comentes con los empresarios pequeños y medianos, con las familias españolas que viven del salario o con los funcionarios que perciben sus emolumentos del sector público, todos ellos te dirán que la situación no se percibe con una mejoría tan clara como la que proclama el gobierno.

Y es que una cosa es crecer levemente y otra crear empleo. Y lo malo, lo peor, es que el desempleo es el problema esencial de la vida española. ¿Y por qué no creamos empleo a pesar de crecer? Porque para eso es necesario creación de empresas. Insisto en esto una y otra vez. El empleo real, el único que me importa, solo lo proporcionan empresas rentables, y para ello tienen que producirse inversiones, y para ello se necesita crecimiento de la demanda, y, además, el crédito, y estas condiciones no se dan por el momento, al menos no en la cuantía necesaria.

No se trata de ser agorero ni pesimista. Se trata sencillamente de llamar a las cosas por el nombre que tienen. Y ese nombre es el de un escenario de crecimiento lento y de igualmente lenta reducción del desempleo, porque será lenta la inversión empresarial y la recuperación de la demanda. Y que quede claro que yo, como creo todo el mundo, queremos un crecimiento mayor y una mas rápida e intensa reducción del desempleo.

Y en esas estamos cuando el pasado miércoles, en vísperas del uno de Mayo, el Gobierno se nos presenta con un plan 2013-2017 que rezuma optimismo por los cuatro costados. En este año 2014 vamos a crecer el 1,2; el 2015 el 1,8; el 2016 el 2,3 y el 2018 el 3%. Y ello se traduce en una creación de puestos de trabajo del orden de casi el millón. Ello implica que de un desempleo medio en 2013 del 26,1% pasaremos a un desempleo medio en 2017 del 19,8%. Obviamente no está nada mal, pero uno se queda de piedra con la economía española, porque tenemos que admitir como un buen dato el que en ese todavía lejano año de 2017 la tasa de paro nacional sea prácticamente del 20 por 100, lo que a mi me parece intolerable. Mejor dicho, inaceptable porque tolerarla me temo mucho que no tendremos otro remedio que asumirla.

Y aun así es lícito y casi obligado preguntarnos: ¿nos creemos estos datos? ¿Son fruto del momento electoral? Pues dice el Gobierno que el crecimiento va a a venir de manos del aumento del consumo privado que -asegura— después de años de penuria ahora va a convertirse en el impulsor de la actividad económica. ¿Creíble?

Es normal la desconfianza hacia los políticos y que nos cueste mucho creer lo que nos dicen, a la vista del sistemático incumplimiento de sus promesas. Pero sinceramente creo que en cuanto al crecimiento algo parecido a ese cuadro es posible. En materia de creación de empleo es mas discutible. Se necesita inversión y financiación. En todo caso se han perdido mas de un millón de puestos de trabajo desde 2012 y se promete crear 800.000. Recordarlo es conveniente para medir el grado de éxito real.

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