Opinión

Sin poesía es imprudente vivir

Confieso sin el menor rubor que siendo, como soy, de estas tierras galaicas, portando, como porto, sangre del valle de Covelo, ignorando, como ignoraba hasta bien superados los 26 años, cualquier conexión con los cantes y folclores del Sur de España...

...Al día de hoy, superados los sesenta, mi entusiasmo por residir en mi tierra, en la frontera del viejo condado de Portucale con la Galicia del Norte, se complementa por el deseo irredento de volver por el Sur de vez en cuando, por Sevilla sustancialmente, en cuya Sierra Norte, en esa obra de Arte de la Naturaleza, he consumido muchas, pero que muchas horas de mi existencia. Aquella larga noche, que luego se convirtió en una más de muchas vividas, en las que al llegar el alba, al nacer sus primeras luces, caía rendida la guitarra y se desplomaba la voz ronca y rota, incapaces ambas de seguir vivas por unos instantes más en las inolvidables madrugadas, fue, creo, un hombre, hijo del Sur, portador de arte, quien, consciente de mi lenguaje corporal que expresaba sin matices una emoción desbordada, me espetó “D. Mario, esto es poesía, ¿lo entiende usted, verdad?

No respondí, pero dormité con la frase, no en el intelecto, porque allí esas cosas no encajan, sino en el lugar del interior de nuestra humanidad en donde viven las emociones, ese sitio al que algunos creo que llaman alma. Y al despertar del mismo día, entendí lo que aquel hombre me dijo y comprendí que la poesía no es un verso, ni una rima, ni una composición encerrada en los márgenes de un libro editado con el máximo primor por una editorial de fama. Poesía es... Bueno no voy a caer en la tentación de definirla, seguramente porque, como me pasa con alguna otra cosa, no soy capaz de encontrar palabras adecuadas, y cuando eso sucede mejor dejar que la idea viva dentro que mancillarla o capitidisminuirla al tratar de perfilarla con palabras

Hace unos días, almorzando con una señora/señorita, que no sabe bien porque hay señoras por papeles de jurisconsultos pero que son al tiempo señoritas de alma, me sorprendió con una frase que me conmocionó, porque con una voz seca, enjuta, sin concesión alguna a la emoción, me dijo que a ella no le gustaba ni le interesaba la poesía. Me quedé helado. ¿Cómo alguien puede renunciar a la poesía en este nuestro vivir? Eso implicaría liofilizar la existencia humana.

No me enfadé porque no estaba el ambiente para enfados, pero me retiré de la conversación algo más temprano de lo que acostumbro cuando me entusiasmo por el placer de la tertulia, de la comunicación humana. Al llegar a mi casa, no dolorido pero inquieto, me encontré con el regalo de un libro que un gallego -tiña que ser da terra- me hizo llegar y con un titulo tan sugerente como “La utilidad de lo inútil”. Confieso que esas cosas me entusiasman, así que por un instante dejé de pensar en la poesía y en la señora/señorita y comencé a leer con ganas.

Admito que desde sus primeros compases -¿acaso el buen libro no es una melodía?- me entusiasmó: Leí al gran Gautier, que, después de sostener sin el menor pudor que “todo lo que es útil es feo”, añade: “Sin pretender rebajar la ilustre profesión de zapatero, a la que honro tanto como la profesión de monarca constitucional, confesaré humildemente que yo preferiría tener mi zapato descosido que mi verso mal rimado y que pasaría muy gustoso sin botas antes que quedarme sin poemas”

Pero cuando disfruté en el retorno al recuerdo fue al encontrarme con Federico García Lorca, quien, al presentar algunos versos de Neruda, compuso esta frase: “Yo os aconsejo oír con atención a este gran poeta y tratar de conmoveros con él cada uno a su manera. La poesía requiere una larga iniciación como cualquier deporte, pero hay en la verdadera poesía, un perfume, un acento, un rasgo luminoso que todas las criaturas pueden percibir. Y ojalá os sirva para nutrir ese grano de locura que todos llevamos dentro, que muchos matan para colocarse el odioso monóculo de la pedantería libresca y sin el cual es imprudente vivir”.

Me emocionaron estas palabras. Por su pasión. Por su verdad. Porque sin ese grano de locura y sin su derivada la poesía, es imprudente vivir. Magnifico.

Cerré el libro y medité. Así que mi señora/señorita vive imprudentemente. No me cabe la menor duda. Pero como algo de falsete sonaba en sus negativas acompañado por el compás del brillo de los ojos, me dije a mi mismo que la próxima vez que la viera, si es que algún día semejante cosa sucedía, le preguntaría si en alguna ocasión ha contemplado el tránsito, el nacimiento del añil en el cielo sevillano mientras el poniente se tiñe de naranja con vocación de rojo sangre para vestir de cromía el sacrificio del sol, y si en cierto instante le sucedió que una nota musical fue capaz de agitarle el alma, o una caricia estremecer un cuerpo, o un silencio convertirse en melodía, o un sonido en eternidad, si cualquiera de estos sucesos vivió, y otros muchos que no relato, si acaso en esos instantes estuvo allí de cuerpo y alma, pues entonces, le diré: sepa usted, señora/señorita que eso es Poesía, sin la cual es imprudente vivir.

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