Opinión

Los políticos no son 'ciudadanos como los demás'

Como suelo ser muy crítico con los políticos en general, hoy me siento bien al escribir alabando alguna de las palabras que, según la prensa, ha pronunciado la Vicepresidenta del Gobierno. Concretamente se ha dedicado, de una manera inusualmente directa, a reivindicar el papel de los políticos y a precisar la necesidad y la urgencia de volver a conectar a la clase política con la sociedad. Estoy totalmente de acuerdo. Esa ruptura entre la sociedad y la clase política no aventura nada bueno.

Pero hay que ser sinceros y reconocer que no es un asunto de hoy sino la consecuencia de una actitud de esa misma clase que lleva mucho años practicando. Perdón por la autocita pero para comprobar lo que digo me remito a mi discurso pronunciado en 1993, delante de D. Juan Carlos con ocasión del 500 Aniversario de la Universidad Complutense de Madrid. Allí dije literalmente: “Se advierte entre los ciudadanos un descenso generalizado en la valoración de la clase política. Podría decirse que existe una cierta desconfianza entre el ciudadano y la clase política. Quizá en parte sea debido a lo que dice Ortega acerca de que “nada le gusta más al español que poder designar con nombre y apellidos al autor presunto de sus males”. Pero también a la sensación de que no existe plena coincidencia entre los intereses de los políticos profesionales y los sujetos representados”

Han pasado mas de veinte años. Seamos sinceros: ¿en estos largos años acaso la clase política ha hecho algo por acercarse mas a la ciudadanía? ¿Ha renunciado de alguna manera a sus privilegios o los ha moderado al menos? ¿Se han dado pasos serios en la dirección de permitir a la sociedad civil mayor protagonismo en la gestión de los asuntos comunes? Podría continuar formulando preguntas, pero creo que no es necesario. Todos sabemos la respuesta: no. Y esa respuesta constituye el cimiento y la armazón de la ruptura de la sociedad y su clase política

No es verdad que los políticos sean “ciudadanos como los demás”. Si acusamos a Podemos, creo que con razón, de hacer demagogia, lo que no procede es practicar la misma técnica desde la acusación. Porque, insisto, los políticos no son ciudadanos como los demás. Son miembros de una clase que se gesta mediante la partitocracia siguiendo unas reglas muy determinadas. Son personas que disfrutan de unos privilegios que no alcanzan a la ciudadania. En algunos casos estarán justificados y en otros muchos menos. En ocasiones se traducirán en algo favorable y en otras en desfavorable. Es así, pero en cualquier caso es demagogia afirmar que los políticos son ciudadanos como los demás. Es demagogia y daña a la clase política. Otra cosa es que tengan los mismos problemas que los ciudadanos de a pie, pero creo que es justo afirmar que disponen de mas y mejores soluciones para esos problemas que la gente normal. Insisto en que en ciertos casos esas diferencias pueden estar justificadas, pero no crucemos la raya del populismo al afirmar que todos somos iguales. Ni lo somos ante la Ley ni lo somos ante la vida porque unos son “mas iguales” que otros.

Y en cuanto a Podemos se están equivocando con sus ataques frontales. Deben ser conscientes de una cosa: la imagen de la clase política es pésima. No les creen. Lo digo con carácter general. Podemos es precisamente, al menos en parte, una respuesta emocional y desordenada de un voto harto de esa clase política y profundamente indignado, con mayor o menor razón. Por tanto, esos ataques desde la clase política del Sistema me temo mucho que en lugar de demoler a Podemos en el fondo no conseguirán sino reforzarlo. Es verdad que es demagogia y populismo decirle a la gente lo que quiere oir aun cuando sea absolutamente irrealizable. Y el discurso de Podemos se basa en gran medida en ese tipo de consideraciones. Pero no puede decirse que su existencia atente contra la democracia, porque eso es negar la evidencia de casi un millón y medio de votantes.

Estoy muy lejos del modo de pensar de Podemos. Muy lejos. Pero creo entender por qué han recibido tantos votos. Por ello, si el Sistema sigue en esa misma actitud solo conseguirán reforzarlo. Y no me gusta, aunque, claro, la gente tiene derecho a votar lo que mejor le parezca. Podemos hace demagogia. No tengo la menor duda. Lo que ocurre es que en la clase política el que esté libre de ese pecado que tire la primera piedra. Y hay piedras que mejor no tirarlas, porque pueden rebotar en el primer muro que se encuentren en su camino.

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