Opinión

Dos Reyes, un fiscal y un juez

Vivimos tiempos que, además ser demoledores en lo económico y bastante insalubres en lo político, nos arrojan “innovaciones” institucionales que van mas allá de la mera curiosidad. Por ejemplo, hace algún tiempo los católicos, al menos algunos de ellos, mostraron cierta perplejidad ante la abdicación del papa Benedicto XVI y la subsiguiendo proclamación -electiva, no hereditaria- del papa Francisco. La coexistencia de dos papas, por sí sola y al margen de las notables diferencias de personalidad entre ambos, generaba un potencial conflicto que, hasta ahora y en el plano exterior, no se ha percibido, aunque no se por qué me parece que algo de ruido se percibe en los interiores del templo.

Pues en España, gracias al caos constitucional generado a raíz de la abdicación de D. Juan Carlos y la proclamación -hereditaria, no electiva- de Felipe VI, parece que tenemos dos reyes, o al menos eso dicen muchos que siguen sosteniendo que el rey D. Juan Carlos, a pesar de trasladar la Corona sigue siendo rey, aunque no se sepa muy bien cuales son sus funciones, donde tiene su despacho, si tiene derecho o no a su propia Casa o, cuando menos, a una Secretaría… En fin, que ya digo que con la improvisación de que hemos hecho gala cualquier cosa es posible. “Rey no hay mas que uno” es una frase pronunciada por D. Juan Carlos. Pues el destino tiene estas cosas, algunas bromas son dulces y otras algo amargas, como dice la canción de Sabina… Y resulta que ahora tenemos un rey constitucional con potestas -y siento que escasa autorictas, de momento- y un rey de vacío constitucional, sin potestas pero reteniendo un porcentaje nada desdeñable de autorictas. Evidentemente la posibilidad de cierto conflicto se puede vislumbrar, pero al tiempo, como me consta la lucidez mental de D. Juan Carlos y su voluntad de no interferir, nada sucederá, al menos, como ocurre con los papas, en la superficie de la vida social.

Para completar el cuadro aparece el auto del juez Castro acusando a Cristina de Borbón de varios delitos, entre ellos el de blanqueo de dinero. Algunos dijeron que la motivación de la abdicación residía en la certeza de que finalmente la Infanta iba a ser imputada y que eso afectaba a la corona por ser hija de rey. Estoy seguro de que no es así, porque ahora Cristina de Borbón no solo es infanta sino hija de rey y hermana de rey, lo que sobre el papel empeora la situación. Claro que Felipe VI tiene la oportunidad de evidenciar que deja libertad a la justicia para actuar según sus dictados y sin presiones…

Curiosamente esas presiones las denuncia el propio juez Castro en su auto, si bien referidas en exclusiva a la excesiva tardanza en rematar la investigación, pero a buen entendedor le sobran ciertas palabras. Y lo que verdaderamente daña a la Corona y al aparato institucional español son las palabras del fiscal del caso, que no solo se convierte en abogado defensor de la infanta, sino que además se permite el lujo de advertir con publicidad que la infanta ha sido imputada por el juez Castro exclusivamente por ser quien es. Eso equivale a decir que el juez ha dictado a sabiendas una resolución injusta, lo que constituye la esencia del delito de prevaricación judicial. Muy fuerte, sin la menor duda. Una cosa es decir que al auto no fundamenta o no razona lo suficiente y otra acusar por directo al juez de cometer un delito. Se ha pasado, en mi modesta opinión, unos treinta pueblos. ¿Alguien ha escuchado alguna palabra del Consejo del Poder Judicial protegiendo al Juez? Yo, no, claro que he estado viajando últimamente y no he tenido tiempo de leer la prensa.

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