Opinión

La verdad tiene un precio demasiado caro

Acontecimientos de importancia están afectado de manera muy seria al sector de medios de comunicación social español.

Y de ser cierto que la libertad real exige medios de comunicación independientes, me temo mucho que esa libertad está amenazada, y puede que el futuro sea todavía de color mas oscuro. Y estas cosas suceden por no querer verlas a tiempo.

En mi libro “El Sistema” (1994), dediqué un capítulo a los medios de comunicación porque eran, en mi concepción, uno de los tres pilares del Sistema, junto con el poder financiero y el político. Al reflexionar sobre el presente y futuro del sector dejé escrito: “El nivel de parcialidad, de falta de respeto a la verdad, de frivolidad y de alineamientos que atentan contra el tan manoseado principio de la independencia que estamos viviendo en algunos medios de comunicación social españoles es sencillamente alarmante.

Son variadas las razones de este proceso de deterioro. En algunos casos se trata de intentos desesperados por subsistir cuando se observa que la cifra de ventas disminuye alarmantemente, en la misma proporción en que se deterioran el balance y la cuenta de resultados de la empresa respectiva, acudiendo para ello a traspasar los límites de los más elementales principios de comportamiento. Pero lo que me preocupa es la situación en cuanto a control de medios de comunicación social por parte del Sistema.

La batalla está siendo especialmente dura. La tensión que se aprecia en el cuerpo de la sociedad está teniendo su reflejo en los medios de comunicación social. Ya no se trata sólo de una lucha por cuotas de mercado. El asunto ha ido mucho más allá. Las descalificaciones mutuas son terribles. Cualquier tema de cierta trascendencia se convierte en arma arrojadiza de unos contra otros. Subterráneamente se prepara una batalla de envergadura, en la que todos saldremos perdiendo. Por supuesto, unos más que otros, como sucede siempre, pero, al fin y al cabo, todos seremos perdedores.”

Reflexionemos y tratemos de pensar si estas admoniciones que tienen veinte años de existencia contienen o no una descripción de lo que ha sucedido ¿Qué hemos hecho en estos años? Pues concentrar el poder publicitario porque ahora mismo, con el proceso de concentración bancaria y de empresas del sector de comunicación, distribución y construcción, resulta que a nada que hagamos los números desapasionadamente nos daremos cuenta de que en muy pocas manos se concentra ese poder publicitario. Y como la publicidad institucional se localiza en manos del gobierno de turno, la cosa está bastante clara: el poder económico-financiero y el político pueden poner al poder mediático bajo su control

El deterioro de las cuentas de resultados de los medios de comunicación ha sido descomunal debido a dos razones: la primera, las políticas faraónicas en las que se embarcaron algunos, sobre todo el Grupo Prisa, que hoy atraviesa por una situación financiera que, a decir de algunos, de no ser por apoyos del Gobierno y de los poderes financieros le habría llevado casi a la desaparición. Esas políticas se tradujeron en niveles de endeudamiento, de diversificación de negocios y de plantillas sencillamente desmesurados. La segunda, la crisis, que cercena el consumo y la inversión publicitaria. Las reconversiones de plantillas a la orden del día. No es suficiente, Hay que doblar la rodilla. Y se dobla. Las subvenciones emanadas desde el poder para ciertos medios -en Galicia es asunto sobradamente conocido- se convierten en el único medio para lograr permanecer vivos. Y es obvio de toda obviedad que ese poder sobre los medios de comunicación cercena su independencia. Y en algunos casos de manera tan grosera, tan obvia, tan lacerante, que llega a sonrojar.

Seamos claros: cuando escribía que “lo que me preocupa es la situación en cuanto a control de medios de comunicación social por parte del Sistema”, no estaba haciendo literatura. Estaba, guste o no, describiendo una tendencia que era visible para quien quisiera abrir, aunque fuera solo un poco, los ojos de la inteligencia. Para quien creyera en el postulado de la independencia del medio como garante de la libertad. Para quien deseara ser informado y no necesariamente adoctrinado. Para quien pensara que el contrapeso de poderes es lo único que permite que florezca una cierta planta de la libertad. Pues no, no querían verlo. O no le dejaban los intereses.

Es tontería debatir si el cese del director de un periódico en pérdidas millonarias tiene o no componente políticos. Obvio que sí. Porque para paliar las pérdidas se necesita publicidad, y si esta se concentra en pocas manos, el publicar verdades sobre ellas se suele traducir en penuria en la oferta publicitaria de los afectados. Y, claro, el accionista quiere rentabilidad. La pelea entre rentabilidad y verdad es tan clara que no necesita explicación. Y no se trata de mentir, sino sencillamente de no publicar ciertas cosas. Dijo Luis María Anson: lo más importante de un director de un medio es la papelera, a la que se arrojan las noticias que no se publican. Pues estos días las papelearas deben ser enormes. Por la cuenta que les trae. Y nosotros...Pues eso, lo de siempre.

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