Opinión

Ectolife


Recurrentemente, y quién sabe cuantas veces más nos tocará hacerlo, comenzamos hoy con un topicazo: la realidad supera la ficción. Pero, hagámoslo al revés, mediante una película convertida ya en todo un mito de la ciencia ficción.“Gattaca” (Andrew Niccol, 1997), está ambientada en una hipotética humanidad futura donde la mayor parte de los niños son concebidos artificialmente, empleando técnicas de selección genética. Existen además otras cintas donde mientras la vida en la Tierra se dirige inevitablemente hacia la extinción, descomunales naves espaciales son enviadas a lejanos planetas habitables. En su interior preservan las semillas y los embriones de la ulterior humanidad extraterrestre. 

Al respecto simplemente recordar la denostada “Pandorum” (Christian Alvart, 2009) o la alabada “Pasajeros” (Morten Tyldun, 2016). En realidad, la cuestión no va de embriones criopreservados viajando por el espacio exterior. Tampoco de vidas humanas creadas en el laboratorio, sino de EctoLife, el proyecto del biólogo molecular, divulgador científico, productor y cineasta yemení Hashem Al-Ghali, de apenas 32 años de edad. De esta manera, el primer útero artificial del mundo ofrecería a los padres engendrar (si es que esta palabra continúa conservando su significado original) bebés a la carta sin necesidad del útero materno. 

Pero nuestro asombro continúa, porque el “paquete Élite” de EctoLife posibilitará escoger el coeficiente de inteligencia, la estatura, el color de los ojos, del cabello, el tono de la piel e incluso la fuerza física y la potencia del futuro recién nacido, una posibilidad que la genética ya puede hacer factible en el presente. Expertos cualificados han demostrado su preocupación por un proyecto basado en 5 décadas de investigaciones previas, realizadas por investigadores de todo el mundo. El plan de Al-Ghali es construir 75 laboratorios especializados, que por supuesto funcionarán con energías renovables, cada uno dotado con 400 cápsulas de crecimiento embrionario-fetal, en otras palabras, úteros artificiales, capaces de proporcionar un entorno alternativo totalmente compatible con el útero humano. 

Por si todavía permanecen ojipláticos y boquiabiertos, los padres podrán seguir en todo momento el crecimiento y desarrollo de su hijo mediante una pantalla que evidencie todos estos datos y progresos en tiempo real, incluso desde una aplicación especial para teléfonos inteligentes. Y como traca final, esta tecnología estaría funcionando en tan solo 10 años. Posibles utilidades de EctoLife permitirían la maternidad de mujeres sin útero, al haberles sido extirpado por causas médicas o enfermedades, o la paternidad de parejas homosexuales masculinas, sustituyendo los controvertidos vientres de alquiler. 

Hasta aquí la cara de la moneda. ¿Y la cruz? ¿Se imaginan que esta ficción se convirtiera en realidad en manos de gobiernos totalitarios? Ejércitos de soldados disciplinados e invencibles. Y ¿qué decir de la brecha que se abriría todavía más entre los países más ricos y poderosos frente a aquellos otros deprimidos económica y socialmente? Terminemos también con otra evidencia: un cuchillo sirve tanto para cortar el pan como para segar una vida. Sin límites éticos y morales, lo que sea posible se hará. Sin duda.

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