Opinión

Póntelo, pónselo

En 1990, tal vez preocupado por los estragos de la epidemia de VIH/SIDA en España, el tercer gobierno de Felipe González encargó a los ministros de Sanidad y Consumo, Julián García Vargas, y de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, la puesta en marcha de una campaña preventiva contra las infecciones de transmisión sexual (ITS). La agencia Contrapunto ideó aquella campaña publicitaria con un lema inolvidable: “Póntelo. Pónselo”, en torno a un preservativo que resplandecía como un sol, tan provocador para la sociedad española de la época como para concitar apasionados elogios y encendidas críticas. Esta campaña seguía la estela de la no menos controvertida “SIDA/NoDa”, de 1988. 

En estos días, la polémica ha vuelto a encenderse tras el anuncio por parte de la ministra de Sanidad, Mónica García, que está estudiando la posibilidad de que los preservativos queden cubiertos por el sistema público: serían gratuitos para los jóvenes con menor poder adquisitivo y mayor riesgo de contraer ITS. En enero de 2024, el propio ministerio y el Instituto Carlos III han el “Informe de Vigilancia Epidemiológica de las ITS de 2022”, alertando que la gonorrea, la sífilis y las infecciones sexuales por Clamidias han registrado su pico más alto en las últimas tres décadas. Los expertos lo achacan al rechazo cada vez más frecuente del uso del preservativo. Sin embargo y a la par, los diagnósticos de infecciones por VIH/SIDA continúan descendiendo. Por su parte, el Observatorio de Tendencias de Cofares, la compañía líder en la distribución de medicamentos, productos y servicios sanitarios, destaca que en los últimos años la demanda de productos relacionados con el cuidado sexual y la higiene íntima ha crecido un 15% en España. Estos expertos estiman que esta tendencia está relacionada con una mayor sensibilización en torno a las ITS. Más concretamente, afirman que desde 2021 las ventas de preservativos en nuestro país se han disparado un 51%. Este porcentaje podría ser todavía mayor si se tuvieran en cuenta la venta de profilácticos en establecimientos no farmacéuticos. Hoy en día disponemos de una amplia gama de estos productos en las estanterías de las cadenas de droguería, perfumería y cosmética, así como en los supermercados. Nadie duda de la efectividad de las campañas de concienciación sobre los riesgos de contagio de patologías sexuales ni del éxito de campañas como la mítica “Póntelo. Pónselo”. Pero por desgracia esta fama resulta efímera. Son brillantes, como fuegos artificiales, pero más para que los sociólogos y los publicistas estudien su impacto, pero con efectos más limitados desde el punto de vista sanitario. 

Estamos obligados a avanzar más en la prevención de las ITS, de manera constante y programada. Parece que el miedo al VIH/SIDA, que no solo se contagia a través de relaciones sexuales sin protección, ha ido disminuyendo a medida de que dicha patología ha pasado de ser mortal a crónica en nuestro entorno. Por otra parte, fomentar el uso de preservativos entre los jóvenes está muy bien, pero para todos, porque gonococos, treponemas y clamidias no eligen entre menesterosos y pudientes. Las ITS son unas infecciones hiperdemocráticas. La educación sexual continúa siendo nuestra asignatura pendiente. Autoridades sanitarias: Pónganle remedio. Pónganselo.

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