Opinión

Psicodelia

Aun confesando nuestra devoción por Pink Floyd, incluyendo sus primeros tiempos con Syd Barrett, hoy no vamos a centrarnos en su música, sino en los experimentos realizados con drogas psicodélicas en el tratamiento de las enfermedades psiquiátricas, iniciados en las décadas de los 50 y los 60 del pasado siglo XX. Y más concretamente, en el empleo de algunas drogas como la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) y la psilocibina, un alcaloide de efectos psicoactivos presente en ciertos hongos comestibles.

La historia nos cuenta que los primeros estudios fueron llevados a cabo por el psiquiatra suizo Albert Hoffmann, que sintetizó el LSD en 1938. Con el paso del tiempo, el interés por esta sustancia fue decayendo, en parte debido a su consideración ilegal en muchos países, debido a sus efectos secundarios y abuso. Respecto al LSD, investigadores como Stanislav Grof, de origen checo, actualmente con 92 años de edad, y Humphry Osmond, exploraron su uso en experiencias instrospectivas y en el tratamiento de pacientes con trastornos mentales. Posteriormente, continuando con su líneas de trabajo en el campo de la psicología transpersonal, Stan Grof dejó de lado el LSD para centrarse en su terapia de respiración holotrópica, una técnica de respiración rápida (hiperventilación) que puede inducir estados alterados de la conciencia. Respecto al uso terapéutico de la psilocibina, es obligatorio mencionar al psicólogo clínico y académico estadounidense William A. Richards. Profesor de la prestigiosa Facultad de Medicina de Johns Hopkins, ha defendido los efectos beneficiosos que esta droga podría tener para la exploración de la conciencia y en el tratamientos de varias patologías mentales, como los trastornos por ansiedad y depresión en pacientes terminales.

Más allá de la Medicina y la Psicología propiamente dichas, el 20 de abril de 1962 (Viernes Santo), a instancias del entonces estudiante de teología Walter Pahnke, y supervisado por el icónico Timothy Leary, se llevó a cabo una experiencia mística espiritual religiosa en la Capilla Marsh de la Universidad de Boston, en la que los participantes consumieron psilocibina en estudio doble-ciego.

Por cierto, en 1963, Timothy Leary sería despedido de la Universidad de Harvard. La cara oscura de este tipo de experiencias está representada por el proyecto MK-Ultra, auspiciado por la CIA, desarrollado entre 1950 hasta 1970, para investigar el uso potencial del LSD como un medio de control mental útil en sus interrogatorios. Como colofón, para los cinéfilos, recomendamos que vean “Un viaje alucinante al fondo de la mente” (1980) de Ken Russell, “La escalera de Jacob” (1990) de Adrian Lyne, “MK Ultra” (2022) de Joseph Sorrentino o el documental “American Mind Control: MK Ultra” (2014) de Philip Gardiner.

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