Opinión

El tiempo pasa tan despacio

En 1984 un grupo llamado La Unión irrumpió en el panorama musical español con un primer álbum de pop rock que inauguró una trayectoria fulgurante, culminada en 2006 con un doble disco de diamante. La originalidad de su propuesta artística pivotaba en unos músicos excelentes y, sobre todo, en la peculiar voz de su cantante, Rafa Sánchez. Su mayor éxito hablaba de las aventuras de un Lobo-Hombre en París. Pero hoy la cosa no va de licántropos. 

Un imaginario reino inspiró otro gran éxito de esta banda madrileña: Syldavia. Recuerdo especialmente una etapa infantil en la que frecuentaba la vieja biblioteca de la Diputación ourensana para deleitarme con Las aventuras de Tintín. 

Syldavia es un reino imaginario, el escenario de las aventuras del perspicaz reportero de rubio copete y su inefable perrito Milú, personajes creados por el inolvidable Hergé. Para La Unión, el tiempo pasaba más despacio en Sildavia. Pero el tiempo mental no siempre coincide con el tiempo cronológico. Los expertos señalan que el tiempo depende de los estímulos que recibimos. 

Por ello no todos distinguimos su tránsito de la misma manera. El biólogo estadounidense Robert B. Sothern, a medida que iba envejeciendo, dedicó 40 años de su vida al estudio de la percepción temporal. Y así llegó a la conclusión de que el tiempo pasa más rápido a medida que vamos cumpliendo años. Una posible explicación para esto es que durante el día, en las primeras décadas de nuestras vidas, captamos más imágenes que en las etapas más avanzadas. Para Sothern, si la esperanza de vida se midiera por el número de imágenes percibidas, la frecuencia es claramente mayor en la juventud. 

Este tiempo mental es una secuencia de imágenes que estimulan nuestros órganos sensoriales donde entra en juego el envejecimiento. Probablemente influye también la novedad y la potencia de esos estímulo sobre nuestros sentidos. Cosas de la inercia, la rutina, la fatiga y el aburrimiento. Por ello recomendamos incrementar nuestra capacidad de aprender y de sorprendernos para combatir el inexorable paso del tiempo: tratemos de ver y sentir lo cotidiano como cuando lo hicimos por primera vez. Estrenemos cada día como los primeros. 

El otro tiempo, el cronológico, lo medimos mediante relojes y calendarios; es el fruto de un convenio científico. Ya saben, las dichosas rotaciones planetarias. En su historia, la humanidad ha venido utilizando diferentes calendarios. 

Por si no fuera suficiente, para un anciano de 90 años, un año representa el 1.11% de su existencia. Para un adolescente de 1o años, ese mismo período es un 10% de  su vida. Y es mucho más fácil llenar de imágenes semejante fracción de tiempo. No tengan miedo de perderse, no. Carpe diem.

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