Opinión

¡CORRE QUE TE PILLO!

Ni de chocolate molinillo ni de película de cine sino más bien de historia de polis y cacos va este corre que te pillo, de engañifas y truhanes que han pasado demasiado tiempo en los púlpitos del crédito cuando de este crédito cero-cero, y precisamente no cero-cero de cerveza sin alcohol. Porque si no hay créditos hoy en gran parte es por irresponsabilidad y falta de otro crédito, el moral o profesional de muchos de aquellos que concedieron los dinerarios sin ton ni son pero normalmente con gran interés de provecho para sí mismos, primero, y después para amigos, políticos y demás especímenes representantes de la parte negativa del cuento; el otro tipo de crédito fue de interés de lucro y contra el resto, siempre imbéciles de turno que parecemos ser los ciudadanos normales y trabajadores honrados sin tiempo para dedicarlo a la mera especulación y negocio fraudulento.


Con este crédito inmoral llegaron muchos clientes de banco a una categoría Preferente, simplemente por ingenuos sumisos a la letra coñazo que casi siempre resume y da a firmar el interlocutor que el tiempo ha convertido en particular asesor bancario y de confianza. Y así es fácil endilgarla por debajo. Tan abajo como el alfabetismo de alguno que no pudo firmar sino con la huella del dedo pulgar por no conocer alfabeto, cualidad que no está reñida con el ahorro digno, y que en este caso resulta prueba evidente y contundente de que ha habido abuso o 'mala práctica importante', como ahora la llama la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores. Aquí y ahora, pues, son actualidad las participaciones Preferentes, de terminación y espíritu 'en toda la frente', o sea, que te pego una o mil leches según se cuente la cantidad comprometida de cada uno; preferentes bofetadas que metieron las entidades financieras a la buena fe de sus clientes y sin tener en cuenta a lo que obliga la ley, 'comprobar la conveniencia del producto al perfil inversor del cliente'. Un escándalo.


Que conste que este tufo de preferentes me tiene el olfato cogido por sabor a Afinsa y Fórum, asuntos relativamente recientes y que a los pardillos de mismo estilo que los de ahora y que no lo son tanto sino que simplemente son víctimas de la pillería y persuasión de cuadros formados para el engaño, les llevaron dineros contantes y ahorros sonantes a manos llenas; con el hándicap añadido de que tuvieron que aguantar el reproche mezquino y la socarronería maliciosa de alguna gente de la banca que había sentido rabiosamente su competencia, hasta sentirse tildados de bobos por creer que alguien podía dar más beneficio que la banca. Parecido a como si a las víctimas de las Preferentes ahora les repitiéramos lo que el señor Mauro del Tamaño Desacierto, de que la responsabilidad es de ellos. ¿Qué dirán, pues, ahora, aquéllos, cuando forman parte del equipo que metió este gran gol ilícito de las Preferentes?


Y es que la vida va y viene. Como vienen ahora muchos altos ejecutivos de las Cajas de otrora, muy bajos, cabizbajos, de capa caída o sin capa. Ellos, que significaron más que ninguna otra figura la personalización del triunfo. A los que durante muchos años se les rendía pleitesía. Y es que personalmente todavía recuerdo a algún 'alto' ejecutivo (aunque menos de lo que él mismo se creía frente a subalternos), arrastrarse indignamente en un despacho ante su más alto jefe y gigante Gayoso, hasta extremos de producirme arcadas metafóricas o de las que te tocan la moral por cómo construimos la sociedad. Pero éste comportamiento era algo habitual. Por ello no es de extrañar que los siempre admirables pelotillas que hacen de la obediencia a pies juntillas su cualidad más valorada hicieran lo que les pidieran estos jefes hasta colocar preferentes a quienes les confiaban sus ahorros, aún a sabiendas de que aquello no era la cuenta a plazo que les pedían sino maquillaje arpía para especular. Aunque no solo de pleitesía de los suyos, obedientes empleados y otros no tan fieles pero suficientemente pragmáticos como para no poner en riesgo su trabajo y futuro por un quítame allá unas pajillas de rebeldía, vivieron éstos, sino también de directores de organismos varios, empresarios, y sobre todo políticos que taparon muchos agujeros abiertos por su propia incompetencia gracias al tejemaneje con estos gordos señores de un dinero que por arte del birlibirloque pareciera fuera de ellos.


Lo menos que pueden hacer ahora estos altos ejecutivos que quebraron las Cajas y además se metieron buena pasta en los bolsillos, si les queda dignidad, es devolver lo que se han llevado o correr sin parar por su propio beneficio, porque hay demasiada víctima preferente clamándoles detrás su particular aliento y 'corre que te pillo'.

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