Opinión

Pequeñas cosas que nos hacen la puñeta

Hoy voy a hablar de cosas pequeñas. Ninguna mayor que vulgar desaliento pero que juntas son como moscas cojoneras que me tocan el ánimo con cierta predisposición a indisponerme. Cositas, sí, pero con suficiencia para amargarme un rato de vida, cual simple muela cariada rebelándose ante un ataque de masticación de gominola azucarada que le hemos metido a traición por la ansiedad, o cual ronquido superior de alguien al lado que resuena como grito despertador en mitad del ansiado sueño inducido por un amante orfidal. Cositas pequeñas pero de las que ¡me cago en ellas!, que tienden el ánimo a ser huraño y al mal aliento.  

Son tres las cosas pequeñas que hoy me tienen rebotado al juntarse y tener que apechugar con ellas en mismo día; tres cosas que no llegan a tamaño desgracia, por suerte, ni siquiera a hacer demasiado largo el rato aciago, pues hace tiempo aprendí de Erasmo el humanista la lección del buen ánimo, que resulta de compararte siempre con quien está peor o sufre problemas más grandes; por ejemplo, y por poner uno de los cientos que saldrían en este mundo sufriente, tendría que reírme hoy de mis cosillas si pienso en el dolor de la señora mayor que por simple caída se hizo un daño físico de hospital de muy señor y treinta días de ingreso, amén del daño moral añadido al ser empujada a ser ‘alta’, por un ‘pequeñito’ doctor, con cierta displicencia y mínima sensibilidad, y al que le dedico este párrafo de un texto oportuno del Patriarca D. Ramón: ‘Todos los miedos, magias, dones y esperanzas acudían a la cabecera del enfermo aldeano en su pobre lecho. El médico vulgar o adoctrinado en orgullo universitario reaccionaba con repugnancia y desdén. El espíritu mejor confiado en el nervio del propio ‘yo’ intransferible y en la riqueza y originalidad del mundo, sabía esperar, disfrutaba estudiando realidades no previstas en los libros y se le volvía verdadero amor la escueta y doctrinaria filantropía.’  

Pero vamos a las tres cositas que por acumulación hacen cosa, o pupa, o me dan ganas de emigrar del día en paquete de envío urgente, que se clavan cono tres cruces en mi monte de lógica. La primera de ellas es una multa por exceso de velocidad en un tramo limitado a 80 kilómetros/hora por circular a 89; realmente uno piensa que por encima de esa ridiculez de exceso de velocidad está un afán de lucro del Estado por multar e ingresar lo que se escurre por las cloacas; el caso es que con 50€ míos, más otros 50€ suyos, y otros de otro, y otros, otros, otros, se sostiene la mala Administración que conduce otros ‘prototipos’ de favores. La segunda cosilla resulta de una comisión bancaria: por una transferencia de 76€ me han calcado 3,5€ (tres cafés en elcercano y me sobran 20 céntimos) en mi banco o banco amigo; recuerdo la última transferencia que había hecho y la comisión había sido de 2,5€, de ahí que concluya que el 40 por ciento de inflación en este servicio bancario es más digno de Venezuela que de Galicia; no me extraña, y me fastidia su certeza, lo que declara el presidente de la patronal bancaria, un tal Roldán que no tiene que ver con el ladrón de la Benemérita, sobre la salida de la crisis económica para la banca, pues ha ganado en el 2014 un 35% más que el año anterior. Y como no hay dos sin tres, la tercera en la frente: sin duda la más preocupante, porque un virus puede ser mortal aunque aquí no deje de ser simplemente informático; el virus me encriptó los archivos haciéndome una desfeita de no recuperación de datos además de un ciento de euros por honorarios profesionales de quien me lo puso a cero. No entiendo a estos hacker cabrones de espíritu anti Robin Hood, pues no es de recibo atacar a los débiles para lucrarse; que se metan con Bancos, Cía, o la madre que los parió.

Pues ya ven, tres cositas para hacer gris el día, que no cabe asociarlas a nadie en particular sino al ‘Proceso’ kafkiano del sistema. Así ningún Manuel, José, María o Pepa me traicionan hoy o provocan mi insatisfacción sino vulgar matemática de mercado dinerario puto. Pagando se resuelve el problema se pinta de blanco el mañana y punto.

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