Opinión

SOBRES

Han vuelto a cobrar actualidad y estar de moda los sobres de papel que habían estado tan presentes hace no tanto tiempo, bien portando noticias de novio ausente, bien de la prima estudiante en otra ciudad, o del padre emigrado otrora en Buenos Aires, e incluso de la amante emplazando a su querido de que cumpla su promesa de no seguir siendo marido. Sobres que habían dejado de ser por las prisas y el avance cibernético y que ahora no se llevan porque han sido sustituidos por nuevas fórmulas de comunicación personal, entre ondas y teclas digitales, siempre tan rápidas y veloces que no permiten la caricia celulosa y sobre las que ya no pueden caer lágrimas que emborronen ninguna tinta sentimental. Prácticamente ya no hay sobres para cartear a los Reyes Magos, ni siquiera sobres con simple recado de que alguien está siendo recordado por otro alguien lo suficiente como para detenerse un rato a demostrárselo. Todos sobres anacrónicos para esta época moderna de gran progreso técnico pero poca comunicación honda humana. Sobres pasados de moda que cumplían una función portadora de comunicación, tan en desuso hasta el punto que la misma Hacienda Pública ya notifica al contribuyente como edicto vía informática.


Pero pasemos de los sobres que portaban cartas con noticias biográficas íntimas, contenidos epistolares que después se hicieron libros, cartas de amor y poesía, a sobres que ocultan preguntas en juegos de Saber y Ganar, o a pequeños sobres llenos de admiración con tarjetas firmadas entre las flores de un ramo, o a los sobres lacrados para concursos públicos, e incluso a sobres tarjeteros de pésame para la familia de un muerto y que comunique 'yo estuve ahí'. Sobres y más sobres, de todos los colores y tamaños, que aún sobreviven para singulares efectos. Pero nos faltaba un tipo de sobre para otro particular efecto, y que ha tomado gran protagonismo actualmente, que es el sobre monedero y portador de grandes sospechas, que tapa lo incorrecto, putrefacto y sucio, la mordida, el sobresueldo ciego, la evasión de impuesto y la mayor caradura que porta el sujeto que lo da y el que lo recibe. Es el sobre cerrado que tanto lleva un sobrino mensajero al tío Urdangarín como el extesorero Bárcenas a entregar a un cargo de su partido. En unos casos, ilegales al cien por cien, en otro tan solo dudosamente, pero siempre escondidos a la vista de la sociedad por vergonzosos. Sobres que sobran realmente en sociedades no corruptas.


Dentro de los sobres con categoría sucia están también los que llevan sobresueldos de los partidos políticos a sus diputados porque, al parecer, no les bastan sus privilegios, y eso a costa en parte del erario público que es quien les reparte subvenciones, y en parte a grandes donativos de ideología empresarial. Venga ya la reforma de la Ley de los Partidos Políticos. El colmo, además, la justificación del pillado con el sobresueldo en concepto de vivienda, que ya percibe un pastón en calidad de lo mismo por el propio Parlamento. Desde luego, si hubiera dignidad política se hubiera colmado también y habría sacado tarjeta roja al diputado Esteban, pero es que no la hay o quizás es que tal medida vaciaría el Congreso (del Senado mejor no hablar). Auténtica vergüenza y falta de solidaridad brutal que solo trasciende cuando se pilla al turbio con las manos en la masa y los dedos en los sobres. Por supuesto, siempre nos quedará el consuelo de pensar que podían ser paquetes, maletines o cajas las que circulasen con los sobresueldos que se depuran estos días en la conciencia pública, aunque ya de alguna caja hemos sabido últimamente por despecho de una ex novia que cruzó la frontera andorrana de la mano de su entonces Pujolito. Esperemos un buen día, a todos éstos que andan remitiendo la Historia de la corrupción española bajo sobres, a empaquetarlos.

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