Opinión

Por la boca muere el pez

Ya pasó el 9-N y está próximo el día 6 de diciembre, día de la Constitución Española, la llamada Ley fundamental del Estado con rango superior al resto de las leyes. Esa Ley que desde hace un par de años viene tratando de sortear el líder Artur Mas que está ocupando mucho espacio en los medios de comunicación. Un Artur Mas obstinado, quizás obsesionado en su plan de alcanzar el independentismo.

¿Son rasgos de chovinismo? ¿Son indicios de xenofobia? Artur Mas está haciendo caso omiso del articulado de la Constitución Española, que es tan clara, tan diáfana que hasta la interpretan los que solamente poseen estudios elementales, de tal manera que el artículo número 2 de la Constitución dice así:

"La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles...". Y no menos claro es el artículo 30.1: "Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España". El líder (parcial) de Cataluña -votaron, incluyendo los menores de 16 años de edad, alrededor de dos millones, frente a los cuatro millones que no lo hicieron- desafió también al Tribunal Constitucional.

Pasado el día 9-N, buen número de articulistas han censurado al presidente, Mariano Rajoy, por no aplicar medidas duras para impedir que Artur Mas llevara a efecto su intento separatista, calificándolo, incluso, de "pusilánime". Pero ejerciendo mi voluntad de opinión, entiendo que la postura adoptada por Rajoy ha sido inteligente. "Vísteme despacio que tengo prisa". La mesura, la moderación, el comedimiento -sota, caballo, rey- han sido las tres cartas para ganar la partida, acompañándolas de la Ley. Ha acertado. No hubo carreras; no hubo altercados; no hubo porrazos. Enhorabuena, presidente.

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